Hay refranes de sobra para el cambio del sentido del voto protagonizado ayer por los socios compromisarios del Athletic Club. Sorprende al espectador poco habituado a esta cita anual de nuestro club. El patio de vecinos de Ibaigane volvió a citarse ayer para repetir una frustrada reunión de la comunidad rojiblanca y, a diferencia de lo que hubiera sucedido en cualquier portal de la villa, la mayoría suficiente cambió de opinión ante unas cuentas casi idénticas. Todos lo atribuimos a ese trabajo algo oscuro que se realiza antes de la asamblea. También influye que empieza a convertirse en un clásico que los grupos descontentos muestren su contestación en la primera cita. Pero hay que admitir que Fernando García Macua suavizó el tono, logró recortar -gracias a Dios- la duración de una reunión habitualmente interminable, y adoptó un papel institucional con un discurso que giró en torno a la unidad.

El cierre de filas se mantuvo también en la elección de los representantes de los socios para la reforma de los estatutos. Dos pesos pesados de nuestro fútbol reciente -Urrutia, vinculado en su día a la plancha de Erkoreka, y Andrinua- recabaron una aceptación formidable.

La aprobación del presupuesto – 354 votos a favor y sólo 218 en contra- y de la reforma de los estatutos -474 a favor y 92 en contra- supone un espaldarazo para el presidente del Athletic y su junta cuando cruza el meridiano de su mandato. De pronto, todo se ha vuelto en calma. Casi pasa desapercibida la subida de cuotas ahora que toca rascarnos el bolsillo. Quién te ha visto y quién te ve, asamblea.