Salvó el Athletic la bola de partido que le había planteado el Mallorca. En 15 minutos dio la vuelta a los 75 anteriores. Así es el fútbol. Una mezcla de injusticia y emoción. Fue un golpe de suerte, como muchos que otras veces nos tocó sufrir. Qué diferentes serían estas líneas -y los cientos que las rotativas dejan impresas cada día- si no hubiera llegado la esperada reacción. O si Aduriz hubiera marcado en el Ono Estadi. A algunos aficionados rojiblancos -me confesaban el otro día-, les hubiera gustado. no puedo entenderlo.
El caso es que Llorente -magnífico, ayer- mandó a la red el balón cuando se esfumaba el descuento. Era su segundo gol del día, tan válido como el que anuló otro colegiado pésimo. También le habían derribado en el área en una jugada en que debió señalarse penalti. Era fácil de ver, mucho más que la agresión de Corrales de Ocio.
Con la fiesta en el cuerpo por el gol recién marcado, Caparrós declaró que no le preocupa su futuro. Tras la visita de Macua a Lezama -tan magníficamente retratada en la imagen de primera de EL CORREO del pasado sábado-, el experimentado técnico sabía lo que se jugaba. De haber perdido en Mallorca, el Athletic habría recibido, como colista, al Osasuna. Un duelo a muerte para Caparrós. Ahora respira algo mejor, sin haber salido aún del atolladero. El factible paso adelante en la Copa, este miércoles, también será un buen analgésico.