El Athletic se empeñó ayer en acercar las Navidades a finales de noviembre. Empaquetó su primer regalo navideño y ofreció al Deportivo de Lotina dos puntos al borde del final, que son ya tres en las postrimerías de los dos últimos partidos. Nuevo golpe de mala suerte que impacta de lleno contra la necesidad de puntos del equipo de Caparrós. El Athletic ocupa la duodécima plaza en la clasificación pero comienza a abrirse una brecha: si tuviera tres puntos más, subiría sólo dos puestos; con tres menos, bajaría hasta la penúltima posición. El calendario tampoco es favorable: Valencia, Real Madrid y Mallorca.
En ese futuro inminente y en los viejos fantasmas debió pensar el equipo cuando recibió el segundo tanto. Volvía también a la cabeza su incapacidad para ‘dormir’ un partido, y lo titánico que resulta hacer buena una ventaja en San Mamés, aunque sea tan clara como la de ayer, ante un rival francamente inferior. Con virus estomacal o sin él, no encontrará el Athletic muchos rivales que hagan menos por ganar un partido. La jugada del 2-2 envolvía el choque en una dinámica perversa porque ofrecía un culpable: Dani Aranzubia. El portero erró fatalmente al quedarse a media salida, ahondando en una de sus carencias más reconocibles. Incluso en el primer gol, con ocho jugadores en la barrera, no había estado afortunado. Vista la capacidad atacante de algunos de nuestros rivales más próximos, podría desatarse un debate sobre la necesidad de un tercer portero en la plantilla. El meta riojano, consciente de ello, abandonó el campo muy dolido, precipitadamente, sin saludar siquiera con sus compañeros, entre algunos gritos de enfado.
Pero el choque había tenido otra cara casi toda la tarde. Por vez primera encontramos a David López cómodo y resolutivo, el equipo mostró su mejor cara atacante, nos reencontramos con Yeste aunque algo lejos de la portería, y hasta Llorente salió ovacionado con ganas de La Catedral. Susaeta, que sustituía a Etxeberria, volvió a ofrecer el brío en ataque que se espera de él. Era otro partido, sin duda, hasta aquel fatídico minuto 90.