El futuro del Athletic -una parte no desdeñable, al menos- está desde hoy en manos de Mané. Me da confianza a priori este entrenador hecho a sí mismo que comenzó en su madurez desde el escalafón más bajo de los banquillos. Siempre a prirori, me da más confianza que los jugadores de élite metidos a entrenadores por una inercia inevitable. Y no me refiero, en esta ocasión, a Sarriugarte. Me preocupa ver sentados en los bancos a quienes hace muy poco tiempo estaban en activo y que, por tanto, no cuentan con la exigible experiencia como técnicos en categorías inferiores. Muchos grandes jugadores se han convertido en entrenadores brillantes pero han contado siempre con una predisposición al liderazgo que ya se podía intuir en sus tiempos mozos. Un entrenador, amén de saber de fútbol, debe ser un hombre con carácter.
Pero volvamos a Mané. Viene con ‘Ondarru’, que hoy ya andaba por Lezama buscando un primer contacto con su nuevo equipo. En los foros de este mismo periódico algunos han discutido que sea la persona indicada para enderezar el rumbo de la nave rojiblanca. En una encuesta publicada estos días por el Canal Athletic, el fichaje del técnico de Balmaseda recaba un 58% de aceptación. Estoy entre ellos. Primero, porque creo que no es momento de discutir al entrenador sino de hacer piña en torno a un equipo que ya sabemos, a ciencia cierta, que va a tener que luchar hasta el último segundo de la Liga por mantener la categoría. También me agrada recordar que ha llevado a equipos modestos a cotas absolutamente inesperadas: ascendió al Figueres a Segunda y a Primera al Levante y al Lleida (éste, desde la Segunda B ). Cogió al Alavés en la categoría de plata, lo coló en las semifinales de Copa del 98, lo ascendió, y lo llevó a rozar el cielo en la final de UEFA, que se escapó en la prórroga. Ha logrado hacer grandes a los pequeños y ese no es un mal currículum. También me agrada que haya sabido negociar, poner condiciones, acotar su terreno, como ocurrió en Valencia. En este Athletic, es una garantía.
Algunos le critican que no está especializado como ‘apagafuegos’. Me parece una tomadura de pelo. Un técnico no se especializa en salvar a equipos de la quema. Simplemente, empieza a aceptar esas labores cuando no llegan ofertas mejores.
Me gusta que acepte el reto de cumplir su sueño -el suyo, el de cualquier vizcaíno- en estos momentos. Que no contemporice con el Athletic, jugando a ver si en junio la cosa está más clara. Viene con el Athletic metido en el barro. Eso le honra. Me da buena espina. “La ilusión cuando empecé a ser entrenador era llegar al Athletic. Espero no defraudar”, decía hace minutos en la rueda de prensa. Todos lo esperamos.