Miles de personas se congregaron el viernes por la noche ante la llamada de The Pretenders, en el momento álgido y más multitudinario de la gran fiesta de apertura de la 52 edición del Jazzaldia que ha sido el Jazz Band Ball en la playa de la Zurriola.
Con rotunda y juvenil energía rockera salió al gran Escenario Verde la carismática Chrissie Hynde al frente de una de las bandas más fundamentales en el pop-rock desde finales de los años 70. Flanqueada por Martin Chambers en la batería, el único ‘pretendiente’ que ha permanecido desde los inicios, los habituales James Walbourne (guitarra) y Nick Wilkinson (bajo), más el teclista Carwyn Ellis, capaz de colorear de pop elegante y distinguido cualquier cosa que caiga en sus manos, Chrissie Hynde se mostró imbatible. A sus 65 años conserva su estilazo, la pose entre seductora y retadora y una voz en plena forma.
Su reciente y consistente álbum ‘Alone’ sirve como tarjeta de presentación para recordar que a pesar de ocho años de ausencia la banda está de regreso con cosas nuevas que contar. Pero Hynde y los suyos limitaron a dos la presencia de nuevas canciones para abrir el concierto, que centraron en un soberano recorrido por sus contundentes y variados éxitos de todas las épocas.
El cielo se mostraba ya a salvo de lluvias y con las últimas luces del día, y ante un gentío que invadía arena y terrazas, salió Chrissie Hynde con sus Pretenders y una camiseta de Elvis, cinturón de tachuelas y pantalón vaquero ajustadísimo. Y plenamente rockera. Tras ‘Alone’ y ‘Gotta Wait’ del último disco entro de lleno y sin descanso en una traca de ‘hits’ de los años 80, que empezó con la efusiva ‘Message To Love’. Con el ritmillo de ‘Don’t Get Me Wrong’ comenzó el bailoteo, las palmas y los coros del público mientras Hynde exclamaba “¡fantástico!” asi en castellano.
Dedicaron la primeriza ‘Kid’ al guitarrista James Honeyman-Scott, uno de los dos miembros originales que murieron a causa de las drogas en el primer esplendor del grupo. Su melodía guitarrera en esa canción permanece inmarchitable. Como en la otra perla que vino a continuación, ‘Talk of the Town’.
Chrissie se descolgó la guitarra eléctrica, con la que había acompañado el primer tramo con energía en la rítmica, y entonó la espiritual melodía de ‘Hymn To Her’, solo acompañada por el eclesiástico órgano y con su voz tremendamente expresiva.
No se olvidó Hynde de las composiciones de Ray Davies, su primer marido y líder de The Kinks, que Pretenders hicieron suyos en sus dos primeros discos, y ofreció un ‘Stop Your Sobbing’ que acabó alargando la nota final como para demostrar hasta qué punto está aliada con la eterna juventud.
Tras ‘Let’s Get Lost’ se aceleró el ritmo vaquero con ‘Boots of Chinese Plastic‘. Fue casi mágico cómo la aparición de los colores del crepúsculo entre las nubes coincidió con la maravillosa melodía de ‘Back On The Chain Gang’.
Otro tramo cañero con ‘Night in My Veins’ y un pelotazo como ‘Brass in Pocket’ se transformó en pleno anochecer en la emotiva y solidaria balada ‘I’ll Stand By You’. Sin necesidad de montajes de ningún tipo, sin forzar la natural interacción con el público, apoyándose solo en un glorioso repertorio en fluida y sentida interpretación, Pretenders se pusieron también vaqueros en ‘Thumbelina’ con Carwyn Ellis en la acústica y James Walbourne exprimiendo la velocidad de su punteo hasta el delirio. Enorme ovación al terminar, claro.
Pero James siguió a tope en ‘Mystery Achievement’ , que fue enlazada con los festivos coros de ‘Middle of the Road’ que el público entonó en total complicidad, mientras Chrissie atacó con la armónica que se sacó del bolsillo trasero del pantalón.
Pletóricos de principio a fin, The Pretenders volvieron para un generoso bis, de nuevo instalados en los inicios del grupo, con ‘The Wait’ y la arrolladora ‘Precious’. Precioso, si, y de altísima calidad rockera y de colectivo gancho popular, fue lo que hicieron The Pretenders en una de las más gozosas noches playeras del Jazzaldia.