Seguramente a muchos les parezca que es un gesto para la galería. Pero a mí me sigue gustando mucho esa imagen repetida todos los años en que los jugadores del Athletic visitan a los niños hospitalizados en Basurto. Algunos insitirán en que sólo van un día al año o esgrimirán otras cincuenta causas posibles. A mí, con sinceridad, me basta ver la cara de ese puñado de chavales para darlo por bueno.
Y es que los futbolistas, a menudo, son el objetivo de todas las críticas. No es de extrañar. Sus sueldos millonarios parecen un buen motivo y más aún en en el país de la envidia. Estos días, su plante para no jugar a las 16 horas les ha vuelto a poner en el ojo del huracán. Al final, habrá Liga y la afición volverá a aclamarles. Es corta la memoria de este tipo de enojos.
No faltará quien responda a este post diciendo que ellos van, se tiran la foto, que es lo que importa, y se largan con viento fresco. Puedo decirles que no siempre es así. Markel Susaeta participaba esta mañana en un campus de fútbol , el de Sport Studio, en el que los niños han cambiado su nombre por Kimbo, ya saben, como en la campaña de Unicef. El jugador ha colaborado con la iniciativa y ha donado sus honorarios a la ONG sin dudarlo. Para los más supicaces: la imagen me la envía un amigo que participa en la iniciativa.
Seré ingenuo pero no lo puedo evitar. Me gusta que los jugadores del Athletic -ésos, los que siempre van- participen en estas iniciativas. Enhorabuena a ellos y feliz año a todos.