Metidos atrás, concentrados en defensa y sufriendo los 90 minutos. No hay otra manera de parar a este Barça. Ayer lo logró el Athletic, como un inesperado regalo de Navidad. Caparrós dispuso un fortín que hizo funcionar a la zaga y convirtió el débil equipo al que le costaba ganar en casa en un ‘once’ compenetrado que secó a los culés.
El empate a cero tiene un valor incalculable cuando uno se enfrenta al mejor equipo del mundo. Y se logró, además, sin que el Barcelona sen pueda aferrar a la mala suerte. No pudieron o no supieron crear las ocasiones necesarias. Y eso que Guardiola jugó todas sus bazas -Messi y Villa- en la segunda mitad.
Pero es pronto para echar las campanas al vuelo. El partido de vuelta -en San Mamés el 5 de enero- ha cobrado un interés desmedido. Lo importante es que resulta factible la ‘vendetta’ contra quien nos dejó sin el título de Copa hace año y medio. Nada menos.