La misma historia. La de Barcelona (frente al Espanyol), la de Coruña -aunque luego, en Málaga rascamos un empate-, la de Mallorca. Hay que retrotraerse hasta el sábado 12 de diciembre para encontrar una victoria del Athletic lejos de San Mamés.

Pero la historia de siempre tuvo su aquel. Incluso, un final que deslució cualquier comienzo. Lo mejor de la primera parte fue el bellísimo gol de Gabilondo desde fuera del área. El donostiarra hizo fácil lo imposible. Un clásico en un jugador al que le puede la iregularidad. Una pena por estas perlas que nos deja de vez en vez. El tanto del guipuzcoano servía para subir el empate al electrónico de Villarreal, ese equipo correoso que acaba de dar la cuenta a Vaverde y está con hambre de puntos. Capdevila había firmado el primero tras un precioso pase de tacón de Fuster.

Los minutos en torno al descanso sorprendieron a todos. Si el Athletic, como ha denunciado Caparrós, suele acabar con brillantez el primer tiempo y arranca las segundas partes adormilado, hoy sucedió lo contrario. Así, Nilmar volvió a adelantar a los locales al borde del descanso y los rojiblancos sellaron sus mejores jugadas al comienzo de la segunda mitad.

En el minuto 35 de la seguda parte, Javi Martínez y Toquero, en posición dudosa, cerca estuvieron de interrumpir este listado de derrotas lejos de San Mamés. Luego Susaeta… los nervios, la falta de tiempo, una ocasión de Nilmar en que Iraizoz salvó el tercero, varios córners a favor de los rojiblancos y, finalmente, ya lo saben: el belén.

Todo comenzó cuando Muniaín cayó claramente en el área local. El árbitro señaló la pena máxima e Iraola no pudo superar a un afortunado meta llamado Diego López. En el contragolpe, el Villarreal estuvo a punto de marcar. Y aquí se acabó el fútbol y comenzó el espectáculo dantesco que puso fin al choque. Javi Martínez se fue a la calle por un codazo y poco después Caparrós seguía el mismo camino. Quien realmente lo merecía era un tal Godín, un bandolero sin navaja y con muy malas pulgas, que se revolvió en el suelo y pateó a Javi Martínez. Una de esas imágenes que se cansarán de ver ustedes esta semana. La peor cara de este deporte. Los nervios estaban tan a flor de piel que hasta Orbaiz, un tipo tranquilo, acabó expulsado. Un pésimo final de viaje. Peor aún que otra derrota.