Fue un partido feo el del Athletic en Barcelona. Nos lo había advertido Jon Agiriano con antelación: el Espanyol es un rival correoso, el más duro de roer en los últimos cuarenta años. No cambió la estadística. En un choque prácticamente exento de buen juego, faltaron goles y sobraron golpes. Yeste fue el primer perjudicado por esa dinámica y tuvo retirarse a los vestuarios.

Hay cosas que no cambian. La modorra que nos deja a los pies de los caballos al comenzar la segunda parte en buena parte de la temporada. Esta misma semana hablaba de ello Caparrós. Como quien oye llover, me temo. El segundo clásico se deriva del primero: hasta que no marcó Luis García, no despertó el Athletic. Tampoco es que entonces el equipo se pusiera el mundo por montera, pero le echó más ímpetu. Dicen las estadísticas que el Athletic disparó una vez entre los tres palos. Otra estadística terrible. Derrota matemática y esperable la fraguada en Cornellá-El Prat.

Ante tanto aburrimiento, a uno le da por pensar en otras cosas. ¿No creen ustedes que la salida de Valverde del Villarreal le da un toque de emoción a la renovación de Caparrós?