Con un gol de Gurpegui -ese león arquetípico- el Athletic abrió la senda de la victoria en Santander. Sólo he podido escuchar por la radio los dos últimos partidos -un día habrá que hablar de eso, del ‘otro’ partido que viven quienes no pueden ver los choques-. Así que hoy no me extenderé mucho. Sólo puedo constatar que todas las crónicas hablan de un equipo serio, muy diferente al que hemos visto en lo que va de temporada. El resultado es que el Athletic de Caparrós se sitúa octavo en la tabla (igualado con el séptimo), que suma 16 puntos en diez partidos y que encara el partido de vuelta de Copa con los deberes hechos.
A estas alturas, para mí, esta temporada es un auténtico misterio. No sé si ustedes palpan en la calle los bandazos anímicos de nuestros aficionados. Ayer estábamos rezando para no descender, hoy preocupados por la Copa y mañana dejándonos la extra en entradas para los octavos de la UEFA. Tengo la sensación de que si el Athletic pasa de ronda en su competición preferida, Caparrós contará por unos meses con el aval de las cifras. No en vano el equipo está en la parte alta de la tabla, suma una media de puntos que le salvaría y se mantendría con vida en ters competiciones. Y con los mimbres conocidos. Siempre fue muy variable la percepción de la mayoría de los aficionados al fútbol -y de los medios- pero en estos tiempos de la inmediatez eso se ha acusado todavía más. No sé qué pálpito tendrán ustedes.