Bóveda contará a sus nietos que él debutó con el Athletic un domingo que el árbitro se volvió loco. González Vázquez quiso ser ayer el vaquero más rápido de la Liga: desenfundó sus armas sin complejos y también sin criterio. Decretó cinco expulsiones –Yeste y Orbaiz por los locales y Marcano, Pinillos y Jonathan por los cántabros- y sacó diecisiete amarillas. Muchas de ellas, a petición popular. Alguna, como detalla hoy Jon Agiriano en su crónica , cuando estaba de espaldas a la jugada. Se quedó a una expulsión del récord de la Liga pero batió la plusmarca de tarjetas. “He visto de todo en mi carrera”, declaró Joaquín Caparrós al concluir la guerra de las cartulinas. Quizá ése sea el problema. Estamos acostumbrados a estos espectáculos lamentables. Pero el de ayer fue para nota.

El cabreo de este arbitraje infame duró poco para la parroquia de San Mamés. La victoria es tan fundamental que pone los tres puntos en primer plano y aleja todo lo demás. El Athletic alcanza los 40 y respira aliviado en esa batalla que compromete a toda la segunda mitad de la tabla. Una victoria en Gijón significaría la tranquilidad absoluta.

Volvió a marcar Llorente –signo de victoria- mientras David López y Pinillos lo hicieron de penalti. El Athletic dio muestras de haberse convencido de que es fundamental meter una marcha más en la Liga para no verse en el pozo. Todo apunta a que veremos una final tranquila.