Tenemos el listado definitivo de socios ganadores de las entradas para la final de Copa. Y es lo de menos (¡quién podía pensar eso hace tan sólo unas semanas!). Lo que queda en la retina de todos los socios -y aficionados-, acabado el proceso, es una insatisfacción general y una cierta sensación de ridículo. Tengan en el bolsillo -metafóricamente- sus entradas o no, a la inmensa mayoría de socios este sorteo le condena al estupor más sincero.

Quede claro que yo no creo que sea un problema de mala fe, sino de planificación y de comunicación. Gigantesco, eso sí. Opino que no se informó suficientemente pronto a los socios de cuál sería el modo de elección de los cinco boletos que valdrían de referencia. Se improvisó -y éste es su mayor error, en mi opinión- con la solución para los ‘veintemiles’, que resultó injusta para la mayoría de los socios y -lo que es más grave- mermó sus posibilidades de hacerse con una entrada. Tampoco se acertó cuando se extendieron los rumores, bien fundamentados matemáticamente, de que faltaban más de cuatro mil entradas, si se atendía a los datos aportados por el propio club. Se apeló entonces a la provisionalidad de las cifras que el club publicó en su web en los primeros días de registro y se explicó que dejaron de ofrecerse esos datos al comprobar que había solicitudes duplicadas. ¿Por qué no se informó de esto en su momento? Se habrían evitado muchas confusiones innecesarias.

El club lo fió todo a las 48 horas que faltaban para conocer la lista definitiva. Expiró el plazo a media tarde de hoy en el silencio más absoluto. El presidente del club, Fernando García Macua, no acudió a un acto donde estaba prevista su asistencia. Más silencio.

Soy de los que opina que no se debe ni se puede acusar a nadie sin pruebas. E insisto en que creo que no es un problema de esta índole. Es un problema de comunicación, de transparencia. Y es grave que suceda en este tema porque, si algo sabían hasta los niños de Bilbao, es que todo lo que atañe a la final, se miraría con lupa.