Una de las mejores noticias que nos deja el partido de ayer -amén del alivio de una victoria que templará un poco los ánimos, con la falta que hace- es la recuperación de la banda izquierda. Tras las dudas de los últimos tiempos, la fracasada repesca de Del Horno y la desaparición de un Koikili que sorprendió positivamente el año pasado, Balenziaga convenció ayer a propios y extraños. Supo hacer su labor y también lanzarse sin miedo al ataque. Sin dejar huecos, sin regalar un milímetro al rival. Esa era una de las críticas más habituales a su predecesor gallartino. Falta la confirmación –esa que sólo da el tiempo- pero se agradece ver ese ímpetu y ese saber.
Si alguien podía sentir ayer la carga de la responsabilidad sobre sus hombros era Llorente. También cumplió con nota el delantero y anotó un gol de bella factura –a centro de Balenziaga, para satisfacción general-, uno de esos tan propio de Urzaiz y de un tiempo a esta parte del riojano. No se asusta cuando hacen cábalas con el número de goles que marcará este año. Esa confianza era lo único que le faltaba para convertirse en la referencia del ataque.
En la cruz de la moneda, un colegiado pésimo, otra tarde más en