Los problemas en ataque del Athletic van ‘in crescendo’. En la cercana plaza de Santander los de Caparrós volvieron a dejar constancia de sus dificultades para marcar, para hacer buenas las ocasiones que tanto sudor les cuesta arrancar. Desde los primeros instantes, los rojiblancos salieron con brío, dispararon desde los primeros segundos del partido pero se volvieron un día más con las manos vacías. Ni con Garmendia en punta, ni con la entrada de Aduriz, ni con Llorente jugando todo el partido, ni con las subidas esporádicas de Amorebieta y Susaeta. No ven puerta. Y sin gol, no hay resultado que valga.

Ese es el déficit mayor de un Athletic que encara un mes que hace temblar: Espanyol en Copa, Sevilla, Osasuna, Barcelona. Son rivales de entidad contra los que no vale perdonar y el equipo regala demasiado. Ayer, se contagió la defensa. Koikili, Ustaritz, Amorebieta e Iraola pusieron en aprietos a Aranzubia con errores en pases cortos y despejes precipitados. El Rácing, consciente del nerviosismo de nuestra zaga, apretaba desde el área rojiblanca donde sacar un balón jugado resultaba una labor titánica.

El partido pudo haber tomado otro rumbo. La temprana lesión de Munitis dejaba al Rácing desnortado pero su sustituto, Tchité, y sobre todo Jorge López penetraban a placer generando ocasiones muy claras para los cántabros. Lograda la ventaja en el marcador en un minuto clave, pudieron más tarde aumentar su renta. La afición del Athletic respiró con el emocionante comienzo de la segunda parte: un gran cabezazo de Amorebieta en un córner y dos buenas ocasiones de Aduriz. No hubo suerte. O faltó puntería. La pólvora mojada pasó factura una vez más.