La noche copera en San Mamés se presentaba desapacible por la fecha (tan cercana aún la Nochevieja), por la hora (tan tardía) y por el aspecto que presentaba el campo poco antes del inicio (seguramente, por todo lo anterior y por la presencia de la televisión). Sin embargo, acabó con victoria, que es un fruto tan poco catado en San Mamés que sabe bien incluso ante un rival como el Hércules. El 2-0 final -me decía un buen amigo al acabar- tiene mucho de maquillaje. Porque la historia del partido corrió por otros derroteros y bordeó la tragedia deportiva en diversas fases del encuentro.

En una primera parte para olvidar, volvimos a encontrar un centro del campo desaparecido sin combate una vez más e incluso una cierta apatía que empujó al fondo Norte a reclamar de la manera más gráfica más testosterona a los de Caparrós. El Hércules acababa de rematar contra el larguero en una chilena que hizo temer lo peor. Sería en el descanso cuando llegaría el segundo aviso, con profusión de música de viento para despedir al equipo. Si me apuran, quizá hubo otro aviso que acabó en anécdota, dirigido a Joaquín Caparrós. La grada protestó airadamente al creer que Llorente sustituiría a Aduriz. La confusión se debía a que el rojiblanco lleva el mismo dorsal -el 23- que el visitante Álvaro Cámara. Sería Garmendia finalmente quien abandonaría el campo. Parecía que los márgenes de confianza de esta paciente afición se achicaban.

La noche cambió de signo poco después. David López hacía buena una falta directa que se convertía en un aldabonazo a las esperanzas de los de Goikoetxea. Ahí comenzó a jugar el equipo. A pedir el balón, a sentirse dueño del partido. Buena parte de los males de este Athletic provienen precisamente de la incapacidad de muchos jugadores para superar la adversidad. Parece que necesitáramos el viento a favor para ver creatividad en las bandas. Para ver ritmo en ataque y para que Orbaiz deje de ser la referencia única en el medio del campo (buen partido el del navarro, junto a un Murillo que no estuvo, en mi opinión, a la altura). También pudimos ver unos minutos a Iñaki Muñoz, al que no estaría de sobra probarlo un poco más. Y finalmente el gol de penalti de Aduriz que nos haría olvidar el comienzo como si de un mal sueño se tratara.

El partido, por lo demás, nos dejaba una nueva gran actuación de Ustaritz (también Del Horno), y el regreso emotivo de los Goikoetxea, Sendoa y Javi González. Y sobretodo, el choque nos dejaba en octavos. Aunque sea con la sensación -ante un mes vital- de que aún queda mucho que hacer.