La Asamblea de Socios Compromisarios es una de esas citas anuales ineludibles para el aficionado rojiblanco. Aunque queda a medio camino entre el órgano soberano de decisión de nuestro club y el desfile de unos cuantos compromisarios compitiendo por la carcajada más alborotada, siempre concita interés. Se trata de un foro que sistemáticamente las directivas admiten que debe ser reformado pero cuya mejora no se acaba de acometer. Es de sobra conocido que la necesidad de lograr la firma de nueve socios disuade a muchos de intentar ser compromisarios y facilita la inmutabilidad de los socios que representan la voluntad popular. Como cualquier espacio de poder que permanece inalterado en el tiempo, sufre la acusación de estar “viciado”. Por otro lado, los sectores proclives a cada una de las pasadas directivas – o a varias- son fácilmente diferenciales en el salón del Palacio de Euskalduna.

El momento deportivo, como en todo club de fútbol, condiciona sobremanera el desarrollo de la asamblea. Es de esperar que la victoria en Valladolid insufle algo de tranquilidad a la directiva actual. Me consta que algunos directivos destacaban la semana pasada la importancia de ganar en Pucela. No se les puede negar. Nuestro club, como cualquier entidad que atraviesa horas bajas, se aferra al corto plazo.

Mañana nos presentarán una de las mayores subidas de los últimos años, justificada -según los rectores del Athletic- por los refuerzos contratados y la necesidad de sanear las cuentas. A todos nos cuesta, ahora que se acerca diciembre, rascarnos el bolsillo pero parece inevitable. También espero que nos den el nombre que lucirá el Athletic en sus camisetas. Y que escribamos, entre todos, el punto final al terrible agujero que provocaron los contratos blindados.

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