Otra cosa es que sepa a poco. Pero es indiscutible que el Athletic salió ayer a empatar en el Nuevo Colombino y que lo consiguió por los pelos. Si dos remates al larguero no valen para concienciarnos de que este modo de enfocar los encuentros tiene mucho de ruleta rusa, quizá ya nada nos haga cambiar. Ya el viernes, muchos daban por bueno el empate. Cuando, vistos dos tercios de un mal partido, el Athletic se quedó con diez, los partidarios del empate eran legión. Rubinos Pérez – a ver si escuchamos hoy también a los adalides de la gran conspiración- sacó una de esas rojas que se puede sacar, aunque nunca se hace. La entrada viene por detrás pero con una suavidad y una inocencia que hacen que lo más justo – téngase en cuenta también el lugar donde se produce la falta- fuera una amarilla. A ver si, al menos, hay más suerte con el recurso de la tarjeta de Urzaiz. De no ser así, el Athletic pierde una de sus escasas bazas atacantes con cierto fundamento. Por lo demás, excusas a parte, poco bueno se puede sacar de la actuación de los jugadores de Mané en Huelva. Sin lograr defender bien, renunció al ataque por completo. Un solo disparo serio – Gabilondo, al borde del pitido final- es un balance pavoroso.

Decía Koldo Aguirre el otro día en la tertulia de los viernes de Punto Radio que los entrenadores, cuando se ven en éstas, tienden a trabajar casi más con la calculadora que en el campo. Me da la sensación de que Mané tenía apuntada una X en su quiniela de la salvación. Ojalá le salgan las cuentas. La emoción está garantizada.

A quien ya le han salido bien las cuentas es al Athletic femenino. 25.000 asistentes celebraron su empate en casa ante el Torrejón, que vale una Liga. La cuarta Liga. Se dice pronto. Hora de felicitar a nuestras leonas.