Opino que es un acierto que la asamblea de socios compromisarios del Athletic haya dado luz verde al nuevo San Mamés. Se trata de un proyecto que financieramente es bueno para el club y su diseño ha logrado una casi unánime aprobación. Aún así, es necesario que cambien las formas. Que se escuche antes a los socios, que es una práctica que no consiste en dar el sí a lo ya propuesto sin otra posibilidad. Que además no sólo se debe convocar a los compromisarios sino a todos los socios, más aún cuando uno lo ha prometido. Y puestos a escuchar, no sobra oír la voz de los arquitectos.
Las maneras bruscas de esta última asamblea, aprobando a regañadientes a última hora un turno de ruegos y preguntas abiertas, tampoco ayuda. Responder en conjunto a los socios y no por separado, como era habitual en otras asambleas, es otra falta de educación e incluso de imagen que no ayudan a que el socio recupere la confianza.
Hay otras sombras como las que hoy apuntaba Jon Agiriano en su artículo de opinión. Tampoco se puede olvidar que la propuesta se aprueba con un 69% de apoyo cuando requería un 66%. Por los pelos. Se debe tomar nota de ese mensaje enviado por los socios compromisarios, aún maquillado porque dos tercios son difíciles de conseguir y porque los votos emitidos daban un margen mayor. No caben excusas como que quienes se marchan de una asamblea lo hacen por desconocimiento y eso lo hemos escuchado hoy en la rueda de prensa en boca de la presidenta.
En fin. Sí al campo nuevo. Es de las pocas cosas que ilusionan en torno a este equipo. La desazón generalizada no sólo es culpa de los que chutan el balón. Esta luz verde está rodeada de luces rojas.