Con gesto grave salió ayer la afición de San Mamés. Consciente de la situación y cabreada. El Nástic demostró que las carencias del Athletic son más profundas de lo que pensábamos. “Si no podemos con el colista, cuando está con uno menos, a ver a quién vamos a ganar”. Es comprensible pero tampoco es cierto. Nadie pensaba hace dos semanas, tras ganar a un Getafe que era octavo, que el Athletic era superior a doce equipos de la tabla. Aún así, es innegable que la situación se torna grave. Especialmente por la falta de recursos del equipo, por la sensación de impotencia que trasmitió.
En la actitud, esa suerte de “vapor” que exige la “caldera” de San Mamés como decía Mané hace poco, se constataron fuertes diferencias. Mientras Amorebieta, Expósito y Javi Martínez pusieron lo que llevan dentro sobre el césped, Yeste (que sufre molestias por su pubalgia) desapareció, Iraola y Gabilondo no llegaron a meterse en el partido, Sarriegi recayó en sus errores y Aritz Aduriz se mostró más partidario de dejarse caer y reclamar faltas al árbitro que de buscar el balón y pelear.
Con esos mimbres, San Mamés estalló. La pitada se veía venir. El desfile de socios y aficionados en los últimos minutos del encuentro fue uno de los más espectaculares y masivos que yo haya presenciado en la Catedral en los últimos años. Cuando Ramírez Domínguez pitó el final, los vacíos en la grada eran evidentes. La pitada fue contundente y el número de pañuelos no se puede desdeñar. Primer aviso a los jugadores. Comentábamos el viernes pasado en la tertulia de Punto Radio que el partido de ayer podía ser un punto de inflexión negativo o positivo. Un resultado abultado podría dar alas al equipo pero una derrota podría pesar en la moral. No esperábamos – yo, al menos- que el punto de inflexión lo marcara la grada de San Mamés. Se os está acabando el margen, les espetó a los jugadores.
Los aficionados del Nástic -que no falte la esperanza- cantaban al final “el año que viene, volvemos a venir”. Más de uno empezó ayer a contemplar la posibilidad de que tuvieran razón mientras se preguntaba, con miedo, si tal partido se disputaría en la misma categoría que ahora. El Athletic se juega la permanencia en los tres próximos partidos: Celta, Osasuna y Rácing. Sigo confiando en este equipo y en esta afición. Pero es indiscutible que la situación es grave.