Tenemos un lunes de perros. Dan ganas de hablar del frío y la vuelta al tajo que complementan el paisaje de la dolorosa derrota de ayer en el descuento. Una semana después del postrero gol de Mestalla, la suerte recuerda que no se casa con nadie. El 3-2 viene cargado de miedos de calendario porque el equipo se mide en quince días al Sevilla en casa y al Real Madrid en el Bernabéu. Plazas difíciles para dirimir el futuro de Sarriugarte.

Cinco goles marcaron ayer dos equipos que en ataque hicieron poco. Cuatro veces centró al área el Espanyol y en tres hubo que sacar el balón de la red. Ni siquiera Ustaritz estuvo ayer afortunado. A Lafuente poco se le puede achacar porque le rematan a placer y en distancias cortas. En ataque el balance no es mucho mejor. Dispararon poco y sin peligro los de Félix Sarriugarte. Rastreando en busca de algo positivo, podríamos acordar que el Athletic no se descompuso tanto como en otras ocasiones tras recibir el primer gol y la remontada. En fin, que por juego, ocasiones en una y otra área, clasificación y calendario, el partido ya resultaba descorazonador antes de que el Espanyol lo convirtiera en trágico. Suenan aires de cambio cada vez con más fuerza.