La simbólica ruptura de relaciones del Athletic con la Real Sociedad por el ‘caso Zubiaurre’ me parece un acierto. Por lo que tiene de ruptura y por lo que tiene de simbólica. El segundo término se explica por sí sólo. Ni siquiera la presidenta Ana Urquijo ha logrado hoy explicarnos en qué se traducirá este golpe de efecto. Parece claro que se acabaron por el momento las comidas entre ambas directivas y la presencia en el palco de Anoeta de la presidenta. Pero todo lo demás, parece que seguirá igual. Y me parece acertada la decisión en cuanto supone un golpe en la mesa, una ruptura gráficamente escenificada por Urquijo con su “Hasta aquí hemos llegado. ¡Basta ya! No lo vamos a consentir”.
Tras la decisión de la Real Sociedad de no negociar con el Athletic y de dificultar de todos los modos posibles la incorporación de Iban Zubiaurre al fútbol, creo que es una decisión correcta. Me sorprende que el presidente Fuentes haya preferido utilizar el ‘caso Zubiaurre’ como castigo ejemplarizante en vez de primar los intereses de un chaval de 18 años que quería jugar en el Athletric. La última es mandar un escrito a la LFP para dificultar que juegue. Se quedan sin argumentos los que creían que la Real sólo defendía sus intereses económicos sin mayor inquina personal con el Athletic. Y es un acierto también que Urquijo haya insistido en su respeto por el club donostiarra y lo haya querido diferenciar claramente del enfrentamiento con quienes lo dirigen actualmente.