Que Julen Guerrero encarna el espíritu de lo que venimos llamando ‘un león’ resulta indiscutible. Su pasión por los colores ha quedado patente en innumerables ocasiones. Hoy, con un torrente de lágrimas en los ojos, ha anunciado su adiós al futbol y a la camiseta rojiblanca al unísono, como siempre había prometido. Julen Guerrero es ya historia del Athletic.Una historia que tiene sus luces y sus sombras, que sólo al portugalujo corresponde aclarar si lo cree conveniente. Hoy, como siempre, ha protagonizado una despedida con su sello: sincero, emocionado, humilde y, ante todo, rojiblanco. Escoltado por sus compañeros y apaludido por los periodistas, ‘la perla de Portugalete’, no ha podido evitar que se desbordara su pasión por nuestro club. El que fuera un icono de la cantera del Athletic durante muchos años se quedará en Lezama dirigiendo al Juvenil. Creo que será un acierto contar con él.

Tras 430 partidos y 116 goles, Guerrero, de 32 años de edad, sólo ha acertado a decir que “era el momento de dejarlo” y que será lo mejor para el Athletic. Los últimos tiempos no han sido fáciles. Ha tirado de estoicismo para comportarse en el banquilllo con resignación y silencio. Algunos dirán que era fácil con su sueldo. No les falta razón pero los jugadores como él siempre quieren saltar a San Mamés. Y conste que no soy de los que cree que debe haber ‘vacas sagradas’ en una alineación y que deben jugar los que están mejor.

Su amor a los colores lo resumía Fernando Lamikiz: “tuvo oportunidades para haber fichado por cualquier equipo de Europa y, en algunos, con un cheque en blanco”. Se le ató para doce años y pocos discutieron entonces esa decisión. Pero hoy no es un día para hablar de cifras si no son goles o minutos. Hoy es un día, en mi opinión, para rendir tributo a Julen Guerrero, que merece a todas luces un partido de homenaje. Es la despedida del eterno capitán.