Igual se da la carambola y nos salvamos antes de jugar en Riazor pero no es fácil. Hace falta que el Celta gane a la Real y que el Barca prosiga en el derbi catalán esta orgía de victorias que le ha dado la Liga y a punto está de rendir París a sus pies. También cabe la posibilidad de que el Alavés pierda -juega a las cinco de la tarde- y saltemos al campo sabiendo que nos vale el empate, en cuyo caso -ya nos conocemos- podríamos batir el récord mundial de defensas alineados.
La cosa es que confío en que salgamos de Coruña con ese alivio que llevamos esperando hace meses porque después sólo queda hacerle el paseillo al Barcelona en San Mamés y no es plan de hacérnoslo mutuamente. Algunos tienen muy claro que el Barça vendrá con los suplentes y mirando a su ansiada Champions pero yo dudo de que incluso a medio gas no nos la pueda liar el Pichichi y sus amigos. Aunque la fecha de ese partido depende de la surrealista demanda por lo civil sobre cuándo debe acabar la Liga, yo necesito que el Athletic llegue con los deberes hechos. Porque su afición se lo merece y porque ya sabemos cómo le cuesta a este equipo sobreponerse al peso de la historia. Ojalá este lunes dejemos de hacer cuentas y empecemos a hablar de rendirlas.