Hay que ser un caradura para decir que al Athletic le favorecen los árbitros porque Villar se vistió de rojiblanco. Tiene mucho de maldad infantil, de envidia grotesca a uno de esos tres equipos que no ha pisado Segunda. Es de todos conocido que lo soltó Manolo Hierro y también algunos periodistas. Y son varios los entrenadores que lo han insinuado antes de jugar frente al Athletic. Lo increíble es que ese argumento pueda tener eco en ciertos sectores y que alguien sostenga que los árbitros se rigen por los gustos personales de un directivo, por muy presidente de la LFP que sea. El delictivo arbitraje de Undiano Mañenco en el Calderón despeja las dudas sobre favores arbitrales al Athletic.
Lo que no está tan claro es que esa presión consciente y la mirada con lupa a las decisiones de los colegiados pueda condicionar a algunos y hacerles tomar el camino más sencillo. No sé si cuando Mañenco vio caer a Iraola tenía dudas sobre si estaba dentro o fuera del área, pero en este ambiente lo más fácil era pitar falta y no penalti. Aunque él simplemente se equivocara, es necesario que se denuncie esta situación.