Los de Principal Alta solemos tardar años en salir de San Mamés. Ayer no. El penalti que mandó Yeste a la grada y, sobretodo, el segundo gol del Alavés, propició el abandono masivo de la grada. De las 39.000 gargantas, más de la mitad había desfilado y el resto, estaba mudo. Cuando el árbitro hizo sonar su silbato y dio fin a un partido lamentable ante un mal rival, varios jugadores del Athletic se reunieron en el centro del campo para aplaudir a un público que había estado entregado a la causa, pese a las circunstancias. No hubo pitada. Era un gesto descorazonador. La afición no pedía más a quien pareció incapaz de dar más.
El Athletic dio ayer síntomas de entrar en crisis. Son doce partidos jugados y una sola victoria, que nos dejan a cuatro puntos de la permanencia. Suenan ya todas las alarmas.