Me pide Mariano el sobrio que me retracte, que matice o, en fin,
que haga algo porque, a su juicio, he sido muy duro con Mari Lacruz.
Pues bien, lo único que se me ocurre es volver a explicarme. Tal vez lo
hice mal. (Por cierto, Mariano y compañía: ¿De verdad que calificar de
malo a un jugador de fútbol os parece una ofensa de tal calibre como
para solicitar una retractación pública?) Pero, bueno, a lo que iba.
Con todo el respeto que me merece su persona y su profesionalidad -un
aspecto éste último que yo mismo pude constatar durante mis años como
cronista del Athletic-, Lacruz no deja de parecerme un defensa vulgar
-al igual que otros de sus compañeros de línea, sin duda- y creo,
sinceramente, que ha jugado mal tanto de lateral derecho, como de
central como de lateral izquierdo. Y cuando digo que ha jugado mal me
refiero, por supuesto, a su rendimiento global, por temporadas, no a
que puntualmente no haya podido hacer un buen o incluso un gran
partido. Faltaría más.
Antes de despedirme una pregunta a quienes me critican o descalifican
por opinar lo que opino sobre un material opinable como son el fútbol y
los futbolistas. Teniendo en cuenta el desastre absoluto que lleva
siendo la defensa del Athletic desde hace más de un lustro y
constatando que Lacruz, a sus 27 años y tras 9 campañas en el equipo,
no ha sido capaz de convertirse en titular indiscutible de esa
retaguardia penosa, ¿podemos decir, de verdad, que es
bueno?