El mundo del fútbol no es sino fiel reflejo del mundo real; el que vivimos todos aunque no nos ponemos el pantalón corto para saltar al campo. En caso contrario, no se entenderían los cientos de ‘desajustes’ sociales que se producen a diario en nuestras relaciones cotidianas. Hombres que golpean y degollan a sus mujeres, chicos que apalizan violentamente a un quiosquero para hacerse con un montón de golosinas y un poco de dinero, transeúntes asaltados a golpe de navaja, chalés reventados por bandas mafiosas…. Una violencia exagerada. Y el fútbol no podía vivir aislado de lo que sucede a su alrededor. Esa quizá sea la única explicación posible para tratar de comprender el comportamiento de Pepe, el central del Real Madrid que con una violencia inusitada golpeó a Casquero, delantero del Getafe.
El Comité de Competición ha decidido castigar al central del Real Madrid Pepe con 10 partidos por la concatenación de ‘delitos’ que cometió el pasado martes ante el Getafe: penalti y expulsión, agresión a Casquero, puñetazo a Albín e insultos al cuarto árbitro. Pepe perdió los nervios en el minuto 86 del encuentro y cada una de sus infracciones fue registrada por Delgado Ferreiro en el acta arbitral, así el Comité ha castigado cada acción de forma individual: “Un primer partido por la falta (penalti sancionado con roja), cuatro por la primera agresión (a Casquero), cuatro por la segunda (a Albín) y otro por proferir insultos al estamento arbitral”, pormenorizó Alfredo Flórez, presidente del comité.
Su ‘locura transitoria’ impedirá a Pepe disputar los seis partidos que quedan esta temporada, en los que el Real Madrid se está jugando el título de Liga, y perderse además cuatro de la próxima, al margen de la sanción que pueda imponerle el club y de la multa económica que acompaña a cada uno de sus delitos, tal y como ha decidido el comité.
Sin embargo, el club que le paga considera excesiva la sanción y está pensando en recurrirla ante el Comité de Apelación. Y eso, sí que no se puede comprender. Recurrir la sanción, supone trasmitir un mensaje letal para la sociedad. La violencia debe ser desterrada para siempre de los terrenos de juego. Y con los violentos, no puede haber piedad. Porque compadecerse del verdugo, además de ser un agravio para la víctima, es un mal ejemplo para los espectadores que pagan por ver un espectáculo. Luego que no vengan con campañas retóricas y pidan ejemplo en las gradas. Violencia, no. Y punto.