¿Qué quieren que les diga? Miguel Angel Revilla me parecía un tipo la mar de simpático. Un poco bruto, pero noble y sencillo. ¿Cómo podía caerme mal un tío que alardea de no tener coche oficial? ¿Un presidente que no ocupa su lugar en el palco porque prefiere animar a su equipo como un aficionado es menos notable que los demás? ¿Se puede minusvalorar a un hombre generoso que siempre regala anchoas y corbatas de Junquera en sus visitas? Hasta ahora le había visto como a ese pariente lejano que vive en una ciudad recóndita y que de vez en cuando se asoma por estos lares para recordarnos su existencia.
Sin embargo, acabo de descubrir que es un presidente como los demás. Claro y sencillo; pero con una mala gaita del cuarenta que explota como un niño pequeño cuando alguien le contradice y le tocas las esencias. Como él mismo ha declarado, “el de las anchoas puede ser un tío muy duro”.
Así, enseñando los dientes, contestaba a los recortes que le anunciaba José Blanco sobre los compromisos del AVE en Cantabria. Algo muy digno (cada uno defiende sus intereses y los de su comunidad), pero que acaba por romper la baraja cuando añade que “esto es la guerra”. Revilla no se ha cortado un pelo y ha declarado que la conexión ferroviaria de alta velocidad para Cantabria por Castilla se ha paralizado por “intereses” de que esta línea “vaya por Bilbao” para beneficiar al “gran puerto” bilbaíno y tener “contentos” a los vascos. “Esto es la guerra ”, ha sentenciado el presidente de Cantabria, quien ha añadido que “alguien ha interferido” para que el tren de alta velocidad tenga que ir para el “gran puerto” de Bilbao. (puede leer más en treneando ).
Ya lo saben. Protesta, y con razón, porque le han recortado las alas del AVE a Cantabria, pero a continuación se contempla en el espejo de los vecinos y se considera víctima de una injusta discriminación para fortalecer los intereses de los vascos.
Fomento decide recortar sus planes y los avances del AVE. Pero no a costa del crecimiento del país y su futuro más inmediato. La conexión de Bilbao con la frontera francesa en el proyecto de la Y vasca no es un capricho, sino una necesidad. Y hasta que no se demuestre lo contrario, la unión de Cantabria con Palencia trae menos beneficios para el conjunto del país.
Me dirán que barro para casa. No lo niego. Pero no se puede mantener mucho más tiempo desconectado el corredor vasco con la frontera francesa. Una obra que lleva, al menos, un retraso cercano al decenio y sobre la que gravita parte del futuro del país. Mientras el puerto de Bilbao sea uno de los más activos, la conexión ferroviaria con los flujos europeos sea hace prácticamente imprescindible. No es, por tanto, un capricho para los vascos. Es coadyuvar a la vertebración del país y consolidar la autopista ferroviaria europea. El eje Meditarrráneo está en marcha; el del Norte sigue a paso cansino y ralentizado pendiente de recortes económicos y de caprichos territoriales.
Se ponga como se ponga Miguel Angel Revilla, el carácter transnacional de los corredores ferroviarios, obliga a coordinarse a las autoridades de todos los estados y regiones por los que atraviesa el corredor y ofrece una alternativa más abierta a los operadores de transporte de mercancías por ferrocarril que van a operar en Europa en los próximos años. Así lo reconocía no hace mucho el Parlamento Europeo, cuya comisión de Transportes aprobó incorporar todo el trazado de la ‘Y vasca’ a la lista de corredores ferroviarios europeos. Revilla, por tanto, debería de tratar de conectar cuanto antes su comunidad con el territorio vasco para aprovechar toda la infraestructura y los beneficios de este corredor y dar salida a sus flujos económicos.