Me perdonará su majestad don Juan Carlos por apropiarme de su frase más conocida: “¿por qué no te callas? que le soltó a bocajarro a Hugo Chávez. Y es que, tiene razón; hay políticos que mejor estaban callados. Y que cuando hablan, es mejor no oírles y no hacerles caso. Concretando que es gerundio: Jaime Mayor Oreja y Carlos Iturgaiz han vomitado obscenidades que habrían sido mejor que no hubieran trascendido. Y que alguien con autoridad en su partido, debería desautorizar para no hacerse cómplice de las afirmaciones.
El eurodiputado del PP Jaime Mayor Oreja ha dicho que tiene la certeza de que el Gobierno está negociando con ETA y que la organización terrorista va a ayudar a Rodríguez Zapatero a ganar las elecciones generales porque no son adversarios, sino aliados potenciales, y los dos buscan una “España debilitada”. Insatisfecho con las críticas que han recibido estas afirmaciones, su compañero (y mentor), el también eurodiputado popular Carlos Iturgaiz, no solo le ha respaldado sino que ha retado al Gobierno a que demuestre “que no hay una segunda parte” de las negociaciones con ETA pidiendo que el Congreso de los Diputados revoque el acuerdo de 2005 que daba luz verde a los contactos. Vamos que la carga de la prueba está en el acusado y no en el acusador.
Ambos políticos se conforman con verter la basura sobre el Ejecutivo (Dios me libre de defender a Zapatero a estas alturas), sin aportar ni una sola prueba de sus afirmaciones. Difama que algo queda… parece ser el lema de los dos europarlamentarios, a los que su partido parece apoyar porque nadie se ha distinguido por llevarles la contraria. Ni en Génova ni en Eusakdi nadie ha salido a criticar a sus correligionarios.
Parecen olvidar ambos (y por extensión el PP) que su partido firmó un pacto de estado con Zapatero (cuando éste estaba en la oposición) en materia de terrorismo. Pero como en este juego por desgastar al Gobierno comienza a prevalecer el ‘todo vale’, también estas acusaciones de connivencia con Batasuna y ETA se imponen como argumento decisivo para denostar al PSOE.
No importa que no haya pruebas; vale la convicción y el deseo. Y es el Gobierno quien debe demostrar que es mentira lo que ambos políticos sostienen.
Tiene razón la portavoz del Gobierno vasco cuando dice que Mayor Oreja se tiene que mirar lo suyo. Y también José Antonio Pastor, con el que pocas veces estoy de acuerdo, pero que hoy ha dado en la diana: “Mayor Oreja tiene una enfermedad conspirativa permanente de carácter degenerativo, que cada vez va a peor, porque dice cosas que son un absoluto delirio y no se sostienen con un mínimo análisis”.
El político popular quedó resentido por su intento fallido de asaltar a Ajuria Enea de la mano de Nicolás Redondo; la época donde la pinza popular-socialista alineó en un único bloque abertzale, que como un solo hombre votó la continuidad de Ibarretxe para impedir la presencia de ambos políticos en el sillón del Ejecutivo vasco. El miedo provocó el efecto contrario: todos los nacionalistas evitaron el triunfo electoral de Mayor Oreja y Redondo, que se veían ya derrotando a Ibarretxe y a los firmantes del pacto de Estella. Y ese resentimiento les hace ver una realidad completamente distinta a la que vemos los demás. Pero que no nos hagan comulgar con ruedas de molino.
Se echa de manos una condena rotunda de los nuevos gestores del PP, a los que seguro que no les ha hecho ni pizca de gracia el mensaje de sus compañeros de viaje, porque arruina la política del día a día con la que tratan de convencer y ganarse la confianza de los vascos. Y con amigos como estos, para qué tener enemigos.