Una de fútbol. A base de millones no se construye un equipo de fútbol. Y si no que se lo pregunten al presidente del Real Madrid que, en un segundo intento, ha fichado a unos cuantos grandes jugadores con los que pretendía el asalto a todos los títulos posibles y que ahora solo aspira, como única posibilidad, a ganar el campeonato de liga. Con permiso del Barça, claro.
La eliminación del Real Madrid de la Champions ha vuelto a abrir el debate sobre el dinero y el fútbol. Y, sobre todo, ha desinflado el globo que desde la Prensa deportiva madrileña se ha inflado en los últimos meses. Se han empeñado en vender la formación de un gran equipo, que todavía no existe y que nadie puede asegurar que será posible en un futuro inmediato. Por muchos millones que se pongan sobre la mesa, el fútbol no deja de ser un juego donde el azar y otros factores son tan importantes como el estado anímico y físico de los que salen al campo.
La cuestión es que el Real Madrid se ha visto apeado de la competición que aspiraba a conquistar en su campo (este año se juega en el Bernabeu la final de la Champions), y encima ha recibido un varapalo de los mismos que hace tres días celebraban su triunfo (y su juego) sobre el Sevilla como el cénit de lo esperado. Y, como siempre que los resultados no acompañan, se vuelve a poner en cuestión si los fichajes de este año han sido acertados o no. Y lo que aún es peor, sobre el juego colectivo de los jugadores del Real Madrid.
Comienzan a oìrse voces sobre las diferencias, recelos y ‘amistades’ de esos mismos jugadores a los que 48 horas antes se ensalzaba en los mismos medios en los que ahora se cuestiona al colectivo. No hay equipo, ha llegado a acusar uno de los futbolísticas más polémicos del equipo. “Hay que ser más equipo y menos individualidad”, señaló Guti nada más terminar el partido.
Para más inri, las declaraciones de los jugadores del equipo contrario no hacen si no echar sal sobre la herida. La “soberbia” del Real Madrid “nos motvó”, aseguró el jugador del Lyón Miralem Pjanic. “Nos motivaron sus soberbias declaraciones en la prensa antes del partido. Somos un equipo mucho mejor de lo que decía el Real”, agregó Planic, en relación a los comentarios de algunos jugadores blancos sobre la goleada que iban a meter al equipo francés. Y es esto precisamente lo que ha acabado por hundir a los jugadores del Madrid. Soberbia y minusvaloración del contrario.
Quizá ese sea el peor de los males de este Madrid. No parece que aprendieron la lección con la anterior galaxia, y ahora empecinados en lo mismo, se han visto abocados al agujero negro. Cosa que en media España se ha celebrado porque la prepotencia y el menosprecio no son buenas para propiciar simpatías.
Le honra a Casillas la defensa que ha hecho del trabajo de su entrenador. “Que esté muy tranquilo (Pellegrini), que tiene el apoyo de todos sus jugadores. El mío el primero y de los 23 que están conmigo. Él lo sabe y se lo hemos hecho saber todos. Siempre el primer culpable es el entrenador, pero los principales culpables somos nosotros”, dijo en rueda de prensa.
Sin embargo, el técnico ya estaba cuestionado desde hace tiempo y solo los últimos resultados (y el globo hinchado desde los medios madrileños) le han sostenido en el banquillo. Ahora hay que esperar hasta el trascendental partido contra el Barça que puede decantar la balanza de esta liga de un lado o del otro. Y, sobre todo, salvar el honor. Partido más trascendental es imposible; en especial para los infladores de globos que se agarrarán como un clavo ardiendo al desenlace de ese encuentro, sobre todo si salen vencedores, y volverán a cantar las excelencias de un equipo, que solo es tal por la suma de unos jugadores muy buenos, pero demasiado pendientes de su nombre.