Un nuevo intento de apresamiento de un atunero vasco ha estado a punto de reproducir el calvario de los marineros del ‘Alakrana’. Por fortuna, los piratas han fracasado y no han podido hacerse con el barco, otro de los modernos buques que faenan en aquellas aguas infestadas de piratas y que desde el día 13 llevan a bordo a cuatro vigilantes armados.
Fuentes de la operación Atalanta’ aseguraban que todo había sido una “falsa alarma” provocada por una embarcacóin sospechosa que se aproximaba al pesquero. Sin embargo, esta tarde Defensa confirmaba que el atunero vasco ‘Txori Gorri’ , perteneciente a la empresa bermeana Inpesca y que faena en aguas de Somalia, había sido esta mañana “perseguido pero no atacado” por piratas somales.
El ‘Txori Gorri’ perdió el contacto visual con los esquifes después de efectuar “maniobras evasivas”. Este pesquero lleva protección a bordo, causa por la que los asaltantes podrán haber desistido de sus intenciones de ataque.
Asimismo, responsables del atunero vasco aseguraban que realmente se produjo una persecución con un barco tripulado por piratas. Afortunadamente, la distancia que les separaba, unas seis millas, impidió a los somalíes abordar el pesquero y finalmente, ante la dificultad de la operación, optaron por la retirada.
El incidente no ha pasado a mayores. Pero no parece tan infrecuente como podía pensarse, más bien todo lo contrario. Fuentes del sector pesquero aseguran que los intentos de abordaje se repiten más a menudo de lo que sera deseable, haciendo el trabajo en aquellas aguas más peligroso de lo que ya resulta faenar en un pesquero de estas características.
La presencia de los piratas comienza a plantear ciertas dudas sobre la conveniencia de seguir pescando en el Índico. Es cierto que los caladeros existentes en esa zona tienen una riqueza pesquera importante; pero no es menos cierto que el peligro se hace cada vez mayor hasta que un día se produzca un enfrentamiento mortal en algún encuentro con los piratas somalíes. Y ya no es una cuestión de que acudan a la zona más barcos de la operación Atalanta. O se crea una verdadera policía del mar, con competencias y medios para atajar la piratera, o los pesqueros deben abandonar la zona hasta que sea posible garantizar su seguridad.
Hay gente que comienza a dudar de la legitimidad de los armadores para adentrase en aguas peligrosas, sabiendo en estos momentos que es imposible cubrir toda la zona con alguna garanta mínima de seguridad. Lo contaba un especialista: es como cubrir la seguridad en todos los Estados Unidos con seis coches patrulla. Kepa Aulestia ponía el dedo en la llaga: nadie puede pretender que la sociedad y las instituciones secunden al sector atunero pase lo que pase y decida lo que decida éste. Quizás aquí no se entiendan bien esas dudas, pero debemos reconocer, al menos, que alguien cuestione la viabilidad de estas pesquerías mientras actúen casi impunemente los piratas.