El culebrón de Valencia tiene más aristas que cualquiera de las telenovelas más famosas del panorama televisivo venezolano. Aludo a Venezuela porque ahí cualquier cosa es posible. Y a este paso, en la capital del Turia, también.
Cuentan hoy los papeles que Camps ha engañado a Rajoy y a la ejecutiva del PP porque les comunicó la destitución de su ´número dos’ , sin que ésta se hubiera llegado a producir. Ricardo Costa ofreció su cabeza, si en la operación de sacrificio también se decapitaba a su líder y mentor Francisco Camps. Es decir, dos por el precio de uno. Costa alegó en su defensa que él se había limitado a cumplir con el mandato que el presidente de la comunidad valenciana y el líder del PP le habían dado. La obediencia debida (la misma que invocan los militares hacia sus mandos cuando tienen que justificar sus actos) se convertía así en el arma defensiva del secretario general del PP valenciano ante los intentos de Génova de echarle de su puesto.
En Madrid, parece que tienen más clara la jugada a medida que pasan los días. “Aquí no hay pulsos que valgan. Para que se tenga meridianamente claro: Costa no va a seguir siendo secretario general ni portavoz en la Cortes”, ha sentenciado De Cospedal en una entrevista en la cadena Cope, antes de recordar que si Ricardo Costa se presenta hoy en las Cortes Valencianas como portavoz del Grupo Popular “se tomarán las medidas disciplinarias correspondientes”, entre ellas su suspensión de militancia. Y, de momento, Costa no ejerce de portavoz porque su grupo parlamentario ha decidido que hoy tome las riendas Rafael Maluenda. Así Madrid no alarga su brazo y decapita a Ricardo Costa.
Mientras desde Génova se insiste en el cese a toda costa, la expectación en las Cortes Valencianas es máxima, a pesar de que se intenta rebajar la tensión y eliminar los focos del rostro del aún secretario general valenciano. De ahí que sea Maluenda quien hable en su lugar. Sin embargo, la maniobra de Costa, que en su comparecencia pública amagó con tirar de la manta si se veía obligado a dejar su puesto, deja al partido en una situación muy embarazosa. Rajoy queda malparado; Camps ve como su futuro político se resquebraja; los militantes asisten cariacontecidos al pimpampum de sus líderes y Costa se resiste a ser la cabeza de turco en este turbio asunto. A buen seguro que hoy habrá un nuevo capítulo de este suculento culebrón.