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Ángel Lázaro

El cascarrabias

Agresión en la escuela

Al pelo. Ni en el mejor guión cinematográfico. Un ejemplo más que gráfico sobre el debate abierto en los últimos días. En plena discusión sobre el reforzamiento de la autoridad del profesor en las aulas, el padre de un alumno del colegio Público Loyola de Palacios ha agredido a la directora del centro, situado en Vallecas. La funcionaria y el jefe de estudios han denunciado la agresión en la comisaría de Entrevías. El agresor ha sido detenido.

Al parecer, el padre del alumno se presentó a primera hora de la tarde en el centro al grito de “voy a matar al jefe de estudios”. El sujeto zarandeó a la directora en uno de los pasillos del centro cuando se topó con ella. Con las consecuencias derivadas del hecho.
Mucho se ha hablado estos días sobre el reforzamiento de la figura del profesor desde que Esperanza Aguirre destapó el tarro de las esencias. Aunque la Fiscalía General del Estado asegura que los maestros se encuentran ya reforzados en su autoridad y que existen graves penas para los que ejerzan la violencia contra ellos. Sea lo que sea, el debate está en los medios y en la calle. Y es evidente que si se habla de autoridad en las aulas, es porque no existe.
Una sociedad no puede permitir que los responsables de la educación de la juventud sean vituperados y mucho menos agredidos. Porque, al final, es esa misma sociedad la que paga los platos rotos. Y eso es lo que ocurre en nuestro país. Porque cuanfd falla la disciplina y falla la autoridad cualquier modelo (¿lo hay realmente?) se desmorona. Los sucesos de Pozulo de Alarcón son un indicador preocupante de ese fenómeno.
Pero donde realmente se ha producido la quiebra es en el mismo seno de la familia. Los padres no educan y, en muchos casos, no están capacitados para educar o no quieren ejercer el papel que les corresponde. Y creen que son los centros escolares quienes tienen la responsabilidad de inculcar en los jóvenes los principios cívicos. Y, de verdad, que no es así. Porque esos mismos padres ponen as sus hijos por encima de todo y cargan sobre los profesores sus carencias.
Los niños deben recibir en casa las primeras nociones de educación, civismo y comportamiento social. Y si es en casa donde se transgreden las normas, difícilmente en la escuela se puede reconducir la situación. Aunque también es cierto que los profesores no tienen, porque se la han negado, la autoridad que deberían tener, sin invocar a los viejos tiempos de “la letra con sangre entra”. Quien dude de que padres permisivos y demasiado tolerantes con sus hijos son quienes realmente tienen la responsabilidad de cómo se comporten en la calle, son parte del problema. Porque esos padres no quieren (o no saben) asumir su responsabilidad con sus hijos y con la sociedad. Y por ahí debe empezar la tarea. La autoridad y la disciplina comienzan en casa. Y en la escuela se perfeccionan los modelos sociales, se pule la conducta, pero sobre todo se enseña. Y es de esto de lo que se debe hablar.

Por Ángel Lázaro

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