Solo tengo preguntas, la verdad. ¿Realmente merece la pena una atención prioritaria y preferente al referéndum de Arenys de Munt? ¿No es cierto que concentrar allí la acción mediática es precisamente lo que quieren quienes están interesados en mover el espectro independentista? ¿Y después de todo, para qué vale toda esta movida?
Salvo el efecto mediático y propagandístico, la consulta que se ha abierto hoy en Arenys de Munt es sólo ruido. Porque no tiene ningún efecto sobre el electorado catalán, el Parlament, la Generalitat y las leyes. No digamos ya sobre el Gobierno español. Eso sí, reconozcamos que los promotores de la consulta han obtenido un éxito tremendo. Desde hace días este pequeño municipio del Maresme sale más en los medios que en toda su historia. Aunque algo habrá influido la cercanía a la Diada catalana, la fiesta institucional de Cataluña celebrada el pasado 11 de septiembre.
Lo cierto es que el referendum ha alcanzado mucho eco entre los 6.500 ciudadanos de Arenys de Munt donde han sido llamados a las urnas todos los residentes en el municipio mayores de 16 años, ya que a primera hora de la tarde había votado uno de cada cuatro empadronados. El porcentaje era ya a esa hora más alto que el de las últimas elecciones catalanas. Sin embargo, creo que los comicios no tendrían tanto éxito si la cosa fuera de verdad. Me explico.
En caso de que el pueblo respalde deforma mayoritaria la pregunta (“¿Está usted de acuerdo con que Cataluña se convierta en un Estado de Derecho independiente, democrático y social integrado en la Unión Europea?”), el voto no va a tener ninguna repercusión sobre la vida de los ‘arenyencs’ que van a seguir vinculados a Barcelona, Cataluña y España. Otra cosa sería que la cosa fuera de verdad. ¿Creen que saldría el mismo resultado de tener consencuencias reales para los habitantes de este pueblo de Barcelona? Son fuegos de artificio.
Además del eco que ha despertado en España, periodistas irlandeses, alemanes, italianos y de otras naciones europeas se han acercado hasta Arenys de Munt para seguir el desarrollo del referéndum. El pueblo se ha vestido con sus mejores galas y los balcones se han engalanado con ‘esteladas’ (la bandera cuatribarrada pero con la estrella de cinco puntas sobre fondo azul que reivindica la independencia catalana), ikurriñas (¡qué manía con ir asociados a Euskadi) y la imagen del burro catalán (en contraposición al toro español). Pero sobre todo se ha aprovechado para vender los productos tradicionales a los miles de foráneos que se han acercado hasta allí. “Esta es la fiesta de la democracia”, ha dicho el alcalde Carles Mora, quien ha querido apuntar que “no vamos contra nadie”.
Cuando se haga el recuento, se vea la respuesta del pueblo y se decida la segregación (como es evidente) ¿cuál va a ser la actitud del regidor? ¿con qué ley va a defender su derecho a la independencia? ¿va a abandonar el Ayuntamiento si no le permiten seguir adelante?. Ya les digo que solo tengo preguntas.