La imagen que la revista ‘Vanity Fair’ ha sacado de Patxi López en uno de los salones de Ajuria Enea sigue dando de mucho de sí. Es evidente que el lehendakari tiene todo el derecho del mundo a facilitar un encuentro con quien quiera y a dar una entrevista a quien le dé la gana. Faltaría más. Pero creo que se ha equivocado. Entre otras cosas porque ha contribuido a alimentar las críticas de sus adversarios políticos, en especial los nacionalistas que han encontrado munición en la instantánea de la revista glamurosa. Y por la imagen que provoca, muy alejada de lo que hasta ahora ha venido predicando el líder del PSE.
La verdad es que son pocos quienes se resisten al encanto de ese tipo de revistas (para los periódicos son un poco más tradicionales y apenas si conceden un gesto al fotógrafo de turno; solo en elecciones se permiten una pose o un escenario distinto a los habituales). Pero en cuanto llaman las revistas del corazón, de la moda o del glamour la mayor parte de nuestros políticos acaban sucumbiendo al encantamiento y se dejan hacer. Recuerden si no a las ministras de Zapatero, con sus poses y vestidos; a la portavoz del PP, Soraya Sanz de Santamaría en plan actriz de Hollywood; al mismo Aznar con sus músculos forjados a base de dos mil abdominales por día y a otros y otras de nuestros más conocidos representantes públicos.
“Sentado sobre un sillón de terciopelo junto a una inactiva chimenea de uno de los clásicos salones del palacio de Ajuria Enea, López posa ante la cámara con mirada perdida y gesto ensimismado mientras simula escuchar música”, como lo describe Yuri Morejón en su blog. No es la primera vez que recurre a la figura de la música. Sin ir más lejos, en las páginas de ‘Territorios’ de El Correo, el hoy lehendakari posó junto a varios instrumentos que posee en su domicilio. Pero la figura para ese reportaje del gran maestro de periodistas César Coca tenía su justificación dentro de una serie, que aún sigue, denominada ‘Pasiones confesables’, mientras que el posado de ‘Vanity’ me produce ciertas dudas (por no decir todas).
La revista celebra su primer aniversario en España con un número especial en el que recoge a veinte de los españoles más influyentes del panorama nacional e internacional. En portada, la Duquesa de Alba quien, sobre el contundente titular “Sí, somos diferentes… ¡Viva España!”, preside el elenco de caras conocidas formadas, entre otros, por el cocinero Ferrán Adriá, la vicepresidenta segunda Elena Salgado, la actriz Penélope Cruz, el tenista Rafa Nadal, el motociclista Jorge Lorenzo, el tenor Plácido Domingo o el actor Antonio Banderas. También por el lehendakari del Gobierno vasco, Patxi López.
La imagen fue tomada pocas semanas después de que López ocupara el palacio de Ajuria Enea, cuya presencia en esas fechas reclamaban todos los medios de comunicación. Pero los socialistas vascos, en especial los asesores del lehendakari, no midieron el efecto que podía provocar en la ciudadanía. Si nos fiamos de los comentarios de los foros (sí donde se vierte la baba más asquerosa de lo que piensan algunos ciudadanos y donde la víscera sale a relucir sin tapujos), la instantánea no ha gustado. Y no solo entre aquellos simpatizantes del nacionalismo, sino que hay votantes del PSE que han mostrado su disgusto al ver la imagen que evoca el líder de los socialistas vascos. Porque la lectura de esa imagen es perversa para los intereses del nuevo Gobierno vasco, al que muchos comienzan a hostigar pasados los cien días de cortesía. Y esa foto no ayuda en nada a la causa del nuevo Ejecutivo y al cambio que pretendía producir en la política vasca. Al menos como imagen, ya digo, es bastante desafortunada. Totalmente innecesaria.
Evidentemente los más duros han sido los dirigentes nacionalistas. Si el martes el diputado Josu Erkoreka ironizó en su blog sobre la «tensa actitud de alerta» que el lehendakari exhibe en la imagen, José Ramón Beloki también le criticaba abiertamente y ayer le tocó el turno al senador jeltzale Iñaki Anasagasti. En un artículo colgado en su bitácora de Internet, el dirigente nacionalista comparó la instantánea tomada al jefe del Ejecutivo autónomo con otras dos imágenes históricas: la del revolucionario mexicano Pancho Villa «sentado en ‘La silla del Águila’, la gran butaca icono del poder de Porfirio Díaz»; y la de «la entrada de los bolcheviques en el Palacio de Invierno en la revolución rusa».
Anasagasti, que califica de «fantástica» la foto de López -«el Obama de Coscojales, el hombre que cambió el ‘Yes, we can’ (Sí, podemos) por ‘Yes, week end’ (Sí, fin de semana)», describe el senador-, considera que el reportaje, en el que el lehendakari aparece entre la veintena de españoles más influyentes, demuestra «aire, superficialidad, falta de gusto y de la oportunidad», además de ser un «insulto a los mileuristas de la margen izquierda» y revelar «mentalidad revanchista de haber llegado al Palacio de Invierno nacionalista con su bandera del 7º de Caballería».
La descalificación que hace el senador del PNV también se vuelve en su contra en esos mismos foros que critican a López, no se vayan a creer, porque más allá de sus filas apenas si despierta alguna simpatía el jeltzale afincado en Madrid que este verano ha lanzado sus diatribas, una vez más, contra el Rey y su familia. De todas formas, siempre es mejor no cargar con munición la escopeta del vecino. No vaya a ser que nos dé a nosotros.
(Imagen ‘Vanity Fair’)