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Ángel Lázaro

El cascarrabias

Deberes contra la gripe, extremar la higiene

Si no fuera tan preocupante (al menos por la incógnita que se cierne sobre el futuro inmediato), sería cosa de risa. Y no me lleven la contraria, porque la cosa cae sobre su propio peso. Y sino esperan al final de este post para contrariarme.

El Departamento vasco de Educación, a cuyo frente está Isabel Celaá, en coordinación con el de Sanidad, cuyo titular es Rafael Bengoa, dio a conocer ayer las medidas que se pondrán en marcha a partir de la próxima semana en los centros educativos para hacer frente a la gripe A, para «dificultar el contagio» (en el ámbito escolar), en palabras de la consejera. Para lograr este objetivo, Educación no escatimará medios en transmitir a la comunidad educativa y a las familias la importancia que tiene «extremar la higiene».

Los escolares tendrán este curso una nueva tarea añadida a las habituales: lavarse las manos a conciencia cinco veces dentro del horario lectivo. Así, lo primero que tendrán que hacer nada más llegar al centro será dirigirse a los aseos y hacer uso de jabón líquido para frotarse palmas y dorsos, entrelazando los dedos sin olvidarse de las uñas, muñecas y de la zona que rodea los pulgares. Para secarse se utilizarán siempre toallas de papel. La misma operación se repetirá de forma rutinaria al volver del recreo, antes de comer, después de ir al baño y al salir del centro.

¿Se imaginan la escena? No me digan que no tiene que ser interesante comprobar cómo se lleva a la práctica esta recomendación de la consejería. Y haber quien es el guapo que controla el fregado de manos de mil alumnos de un centro de psotín. Lástima que no tengamos acceso a las cámaras webs de los centros escolares porque podrían contemplar una película digna de los hermanos Marx. Ya estoy viendo los titulares. “Castigan a diez alumnos de segundo que llevaban las uñas sucias”.

Bien es verdad que hace cuatro décadas (y no digamos con anterioridad) los alumnos debían pasar una exhaustiva revisión de manos ante la escrupulosa mirada del profesor encargado de la asignatura que debía rellenar mensualmente el boletín de notas y puntuar la casilla denominada “urbanidad”. Manos que en esos tiempos debían pasar, cada çí cada no, por el golpe reglamentario de regla para ajustarse a la disciplina escolástica de la época y al dicho que reglaba el sistema escolar “la letra, con sangre entra”.

Volviendo a las recomendaciones de Educación y Sanidad, a mí me resulta curioso el sistema que se ha establecido para regular el proceso de la pandemia y evitar más riesgos de los necesarios en las aulas. Los centros están obligados a proporcionar a los responsables educativos un «parte diario de ausencias e incidencias» tanto de profesores o alumnos. Ante la aparición de un posible caso de gripe en un aula, el alumno supuestamente afectado deberá separarse del resto hasta que lo recojan sus familiares o tutores.

Si se confirma el contagio, el enfermo deberá permanecer en su casa hasta veinticuatro horas después de que desaparezca la sintomatología «y nunca menos de siete días naturales». Es decir, que un estornudo de más en las aulas, puede suponer ‘la expulsión’ del alumno que será señalado con el dedo acusador y deberá retirarse a su domicilio. Nada se ha dicho, de momento, sobre la creación de alguna pegatina que a modo de distintivo señale que uno ya ha pasado la conveniente cuarentena y que, exento de contagiarse de nuevo, puede volver a la normalidad escolar.

Ni Sanidad ni Educación se han planteado aún el cierre de los colegios afectados por un determinado número de casos, pero que nadie se tome a broma lo que puede suceder. Quizá me anime en otro capítulo a describir el protocolo que se ha previsto para las empresas con nóminas de personal abultadas,. Porque tampoco tiene desperdicio alguno. Si no fuera un tema tan serio y grave, podríamos utilizarlo en nuestros próximos chistes. ¿O no?

Por Ángel Lázaro

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