La esperada sentencia por el caso del accidente del Yak-42 ya ha visto la luz: los tres militares imputados han sido condenados a penas de 3 años y año y medio de cárcel. El tribunal en su sentencia ha llegado a la “convicción” de que el general Navarro “actuó con conocimiento y voluntad de faltar a la verdad”, por lo que “actuó dolosamente”, ya que sabía que no tenía 30 cuerpos identificados y decidió “falsear la verdad”.
Sin embargo, las familias siguen sin encontrar alivio en la decisión de la Justicia porque creen que el principal responsable de esta nefasta actuación sigue sin sufrir castigo alguno. Federico Trillo, ministro de Defensa cuando sucedieron los hechos, “se ha ido de rositas” de nuevo por lo que las víctimas siguen sin encontrar satisfacción plena a sus demandas. Los familiares de los militares muertos creen que hasta que no sienten al ex ministro en el banquillo del juzgado, no habrá descanso posible.
“Tengo que respetar la sentencia, pero no la comparto”. Trillo, en una comparecencia ante los medios, ha dicho que sólo meses después de los funerales tuvieron conocimiento de los errores cometidos en la identificación de los cadáveres, y ha defendido la buena fe con la que, en su opinión, actuaron siempre los mandos militares. El ex ministro, que ha roto su silencio de los últimos meses, ha aprovechado la ocasión para reiterar su respeto y reconomiento a las víctimas del accidente. “Su memoria me acompañará siempre”, ha dicho.
No sólo los familiares de las víctimas consideran que Trillo debe pagar por lo ocurrido con las víctimas del Yak-42., sino que muchos ciudadanos consideran que la Justicia no está siendo ciega en esta caso y mira por debajo de la venda a quién sienta y aquién no en el banquillo de los acusados. Las víctimas, cuando menos, se merecen un respeto y éste pasa porque el juez llame a declarar al que fuera máximo responsable de Defensa y dé cuenta de su actuación en los tribunales. Que sean después estos, con la ley en la mano, quienes diriman la responsabilidad de Federico Trillo. Por su bien y por el de las familias de los muertos.