Una vez más el cascarrabias tiene que poner un punto de cordura en esto de la final de Copa, aun a riesgo de que me den por todos los lados. Incluso yo me he sumado estos días al fervor rojiblanco y me he unido a la locura con la que esta ciudad (este territorio y más allá) ha recibido la jornada copera. Pero he decidido poner punto y final. Pasada la euforia por un acontecimiento que hace 25 años que no se vivía, feliz de haber presenciado (y sufrido) la fiebre rojiblanca, creo que ha llegado el momento de decirlo abiertamente: Basta. Punto. Se acabó.
En algunos comentarios que he leido estas últimas horas, hay bastante gente que piensa como el cascarrabias. Pasión rojiblanca, sí; ceguera, no. ¿Recibir al equipo como auténticos héroes? Pero si no han ganado nada; si no han conseguido mantener la ilusión más allá de los veinte primeros minutos de juego. Hay quien, incluso, se empeñaba en sacar la gabarra, ganaran o perdieran. Y menos mal, que alguien ha tenido ese punto de lucidez para impedir el atropello. La gabarra no se sacó ni tan siquiera cuando las chicas ganaron la liga. ¿Por qué hacerlo ahora si no se ha ganado la Final?
¿Qué celebramos hoy, entonces, para recibir a los jugadores en olor de multitud (nunca mejor dicho) y hacerles el pasillo en el Ayuntamiento y Diputación? Me consta, porque así me lo han contado quienes han estado en las últimas horas con los leones, que tampoco ellos se sienten demasiado animados a participar en una mascarada como la de hoy. Seguro que somos minoría los que así pensamos. Que las celebraciones sólo tienen sentido cuando hay algo que celebrar. Salvo que ya estemos emocionados con el partido de la Supercopa que el Athletic va a jugar antes del inicio del próximo campeonato liguero. Otra tontería suprema porque este torneo enfrenta al campeón de Liga contra el de Copa. Y, en este cas, ambos entorchados se los lleva el mismo equipo, el Barça.
Durante estas últimas horas, todo el mundo ha reconocido que lo mejor de todo ha sido la afición. Esas cuarenta mil personas en Valencia, con entrada o sin ella; el llenazo de San Mamés y el de las calles donde se seguía por la pantalla el juego del equipo bilbaíno, en toda Vizcaya. Y es cierto. Ha sido lo mejor, ha sido lo más emocionante; la entrega de una ciudad, un territorio a unos colores. Pero, por favor, no quedemos como esas otras aficiones (las del Cádiz o el Betis, por ejemplo) que haga lo que haga el equipo lo festejan como si se hubieran llevado la Champion. Un poquito de mesura, por favor.