Parece que no nos aclaramos. Según los últimos datos, el nuevo virus de la gripe que se está transmitiendo entre humanos tiene componentes genéticos de cepas humanas, aviares y de dos tipos de cerdos: euroasiáticos y americanos. Tras su descubrimiento se le denominó ‘gripe porcina’, si bien aún no ha podido demostrarse su presencia en cerdos.
Eso ha decidido a la OMS (y las presiones de la industria cárnica, por supuesto) a renombrar el virus como H1N1, un nombre más propio del juego de la guerra de barcos, pero menos dañino que cuando se utiliza los patronímicos mexicana o norteamericana. No vayamos a demonizar a nadie.
Al final uno no sabe a qué atenerse. ¿Hay pandemia o no? ¿Se está exagerando el potencial peligro de esta gripe o realmente estamos a las puertas de una nueva peste como las de la edad media? China ya está en alerta y si los chinos comienzan a estornudar… que Dios nos coja confesados, con todos los que hay. Las autoridades de Hong Kong mantienen asilados en un hotel a un centenar de personas tras descubrir que un mexicano devisita en el país se había puesto enfermo. ¿Precaución o peligro real?
Si el nuevo H1N1se asienta en el sureste asiático, sus posibilidades de adquirir nuevas propiedades se multiplicarán exponencialmente, según aseguran los científicos. En el peor de los casos, podría intercambiar información genética con el virus de la gripe aviar, por ejemplo. Hay mil combinaciones posibles, pero si mantuviera su capacidad de transmitirse entre personas y le incorporara la letalidad el H5N1, las perspectivas serían aterradoras. También podría simplemente diluirse, y esperar para reaparecer con la gripe estacional del invierno que viene.
Y si chinos y coreanos resultan afectados, la cosa tiene su aquel porque el sureste asiático es el gran laboratorio de virus de la gripe del mundo. Por ejemplo, cada año, para saber cuál es el que va a infectar a los países del norte en invierno, la OMS manda a sus expertos al sureste asiático seis meses antes. Ahí toman muestras en aves, otros animales y en personas. Y, con esa información, prevén la composición de la vacuna para el año siguiente.
La comunidad científica no sólo está tratando de encontrar dónde se gestó el virus, sino también cuál fue el primer humano afectado. Hasta hace pocos días, se daba por hecho de que el foco inicial estaba en México. De hecho, se ha sugerido que el niño mexicano Édgard Hernández podría ser el paciente 0. Sin embargo, desde Estados Unidos ya se ha puesto en duda esa hipótesis.
Ahora todos los ojos del mundo que están en esta pomada se dirigen a Africa, porque si el virus llega al continente negro, la universalidad de la pandemia será completa y quizá se añadan nuevas mutaciones que compliquen aún más este enmarañado proceso de contaminación.
La cuestión es que, en estos momentos, la comunidad científica y con ella todos los que vivimos en este planeta, estamos sumidos en una gran confusión, ya que no es posible garantizar que vamos a salvarnos de ésta. Pero tampoco nadie se atreve a predecir que vayamos a ser contagiados.La ministra Trinidad Jiménez lo dice bien claro: “No tengo evidencias científicas para determinar cuanta población pueda ser contagiada. No hemos recibido ninguna comunicación oficial de la UE ni del ECDC con esas cifras”. Pues eso.