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Ángel Lázaro

El cascarrabias

Rubalcaba y yo no estamos de acuerdo

Incomprensible. Ya me pueden perdonar, pero hay cosas que se escapan a mi inteligencia. Ya sé, ya sé. Habrá quien piense que tampoco me dan para mucho las neuronas. Pero incluso estos, estarán conmigo (y también con Rubalcaba) en que el plan de recortes que pretende llevar a cabo Telefónica es, cuando menos, inexplicable.

Repito sucintamente lo que ya se ha contado hasta la saciedad en todos los medios.Telefónica planea reducir su plantilla en España en un 20% durante los próximos tres años. Eso supondrá la supresión de 5.600 de un total de 28.000 empleos, que es el tamaño actual de la plantilla de telefonía fija, según fuentes de la compañía. Le medida irá acompañada de otras que consigan aumentar la “flexibilidad y la productividad”. La compañía quiere que los sueldos y las prestaciones a la plantilla estén más ligados a la productividad que a la inflación.

Al mismo tiempo, o casi en paralelo, propone que se aprueben incentivos millonarios para premiar a sus directivos en los próximos años. Y quiere también el pago de un dividendo de 0,75 euros por acción para el 6 de mayo y de 0,77 euros en el segundo semestre, lo que equivale a algo más de 6.900 millones en total.

Como comprenderán ustedes lo más suave que se ha oído fuera de la compañía, resulta demasiado fuerte incluso para reproducirlo aquí. Digamos que de todos esos epítetos y calificativos dirigidos a los actuales responsables de la compañía dejan un sonsonete en la calle que puede resumirse en un descafeinado malestar. Porque el personal se siente frustrado, mosqueado y hasta asqueado.

Cierto es que una empresa privada está en su derecho de premiar a sus altos directivos cuando consiguen excelentes resultados. Y Telefónica es de las mejores. Pero no es menos cierto que con esos pingües beneficios resulta sorprendente (les invito a sustituirlo por el calificativo que se les ocurra para este caso) ese brutal recorte del personal. Aunque al final incluso suponga un anticipo de la jubilación para esos empleados que quedan sin trabajo.¿No habíamos quedado en que ya no se podía jugar con los plazos legales?

Pues eso que en la calle, aunque no en los parkés, no se habla de otra cosa que de esta locura que le ha entrado a la operadora de telefonía más conocida de nuestro país. Así que no les sorprenda que el portavoz del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, y un servidor hayamos coincidido en decir que “no estamos de acuerdo”.

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Por Ángel Lázaro

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