Patrimonio Nacional ha comenzado a desmontar la escultura de ‘La Piedad’, obra de Juan de Ávalos, para su restauración y posterior reubicación en el frontispicio de la Basílica del Valle de los Caídos. La escultura, compuesta de 151 piezas, será trasladada para llevar a cabo los trabajos a la antigua cafetería del funicular, según ha explicado el jefe de Restauración, Ángel Balao.
La noticia no pasará desapercibida, aunque les aseguro que la mayor parte de los diarios que la vayan a publicar lo harán en la sección de Cultura. Sin embargo, tiene más calado político de lo que en un principio podría parecer. Sobre todo, por la alegoría de esta obra del franquismo, polémica desde el mismo momento de su construcción, en la que participaron presos del bando republicano a cambio de reducción de condena. Franco, que ordenó su construcción, está allí enterrado junto con José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, así como con otros 33.872 combatientes de ambos bandos en la Guerra Civil.
Pero el monumento sigue siendo para muchos un rendido homenaje a la memoria de Franco y sus seguidores, un reconocimiento explícito a los vencedores de la contienda española, donde acabó la vida de muchos de aquellos presos que trabajaron en su construcción.
Ahora que se desmonta le escultura de Juan de Ávalos (el estado de conservación de la piedra caliza con la que fue esculpida es muy delicado) quizá sea el momento de pensar qué se puede hacer con el resto escultórico y la cruz que corona el valle, una de las más altas del mundo. Es necesario recordar que la Comisión Constitucional del Congreso aprobó el proyecto de Ley de Memoria Histórica, en la que se hacía mención al Valle de los Caídos. En un artículo de la ley, aprobada por todos los partidos en el Congreso, se trataba de despolitizar el Valle, convirtiéndolo exclusivamente en lugar de culto religioso. De esta forma, la fundación gestora del Valle de los Caídos tendría entre sus objetivos la honra de la memoria de todos los caídos en la Guerra Civil y en la posterior represión política. Además en ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas o del franquismo.
Mucho me temo que hay resistencias sociales a esta despolitización. Pero si de mí dependiera, ordenaría su derribo lo antes posible, aun a sabiendas de los sufrimientos y penalidades que los presos y sus familias tuvieron que sufrir hasta coronar el mausoleo. Sin embargo, la permanencia en pie de este conjunto monumental es para muchos una provocación porque siempre ha sido un monumento franquista erigido a más gloria del franquismo y sus seguidores.
Y bien que lo saben aquellos que comulgan con el antiguo régimen que siguen utilizando la explana del mismo para los actos de exaltación de Francos, José Antonio y otros personajes del pasado. Por muy buena intención que tenga la ley, solo hay una forma de garantizar la despolitización. Eliminar de una vez y para siempre los símbolos y sus alegorías. Solo entonces se evitará que se siga dando contenido político al Valle de los Caídos.