Golpes en la casa de al lado | El cascarrabias - Blog elcorreo.com >

Blogs

Ángel Lázaro

El cascarrabias

Golpes en la casa de al lado

La ministra de Igualdad, Bibiana Aído, ha asegurado que “no se pueden escuchar golpes en el piso de al lado y permanecer impasible”, al insistir en la necesidad que se denuncien los casos de violencia machista, ya no sólo por parte de las propias maltratadas sino también de su entorno.

No resulta, sin embargo, tan fácil como puede desprenderse de la frase de la ministra. Porque si se hace difícil saber lo que pasa en nuestras viviendas (cuantos casos de abusos se han dado en el entorno familiar sin que hubieran trascendido a todos los miembros de la familia, por difícil que parezca en ocasiones) , mucho peor es aún discernir qué ocurre en la del vecino. Sobre todo cuando esta vida moderna reclama, la mayor parte de las veces, el anonimato vecinal.

Todos tenemos en nuestra misma escalera un par de vecinos o dos que resultan auténticos desconocidos porque rehúyen la vida social o por la diferencia abismal de los horarios que frecuentan. Lejos quedan los tiempos en que habitar en un edificio suponía casi conocer la vida y milagros de quienes vivían en cada una de los pisos. Y, sin embargo, siempre quedaba para la intimidad algún detalle que no podía ser compartido con el resto de inquilinos.

Ahora parece mucho más fácil saber de las andanzas de nuestros conocidos a través de cualquier red social. Como que a muchos les cuesta menos desnudarse ante su ordenador, aun a sabiendas de que sus actos (y escritos) quedan grabados y a merced de todos a los que se les ha permitido el acceso. Más celosos de nuestra intimidad, apenas si dejanos traslucir nuestros sentimientos en la escalera o el ascensor cuando compartimos el mismo espacio con nuestros vecinos, como si nos diera reparo hacernos más cercanos.
Y es esa lejanía la que complica precisamente inmiscuirse en la vida de los otros. Y lo que ocurre entre las paredes del domicilio, parece que solo implica a los que se refugian en ese espacio. Es verdad que hay ocasiones en que los malos tratos se anuncian con voces, golpes, portazos y palabras que traspasan esa intimidad de nuestras paredes. Pero la valentía para llamar a esa puerta de donde salen las evidencias, no es fácil de administrar. Lo mismo que descolgar el teléfono y avisar a la Policìa de lo que pensamos que ocurre al otro lado. Aquello de no me meto donde no me llaman, no vaya a ser que resulte escaldado.

“Si no sabemos que las mujeres son maltratadas obviamente no puede hacer nada”, ha afirmado Bibiana Aído, que además ha pedido a la sociedad que apoyen a estas mujeres de forma unánime y sin lanzar “determinados discursos que no están ayudando en absoluto a esta situación”.

Solo la evidencia confirma a veces el diagnóstico. Es evidente que los maltratos continuados no ocurren amparados en el silencio de las víctimas. Solo que nos cuesta identificar las voces. Y eso también requiere, más que de pedagogía, cierto aprendizaje.

Por Ángel Lázaro

Sobre el autor


abril 2010
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
2627282930