Predicar y dar trigo. Eso es lo que se desprende de lo sucedido con la actuación del presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, que ha sometido hoy a consideración del comité ejecutivo de la patronal si debía seguir en el cargo tras la publicación de las informaciones sobre la situación de sus empresas. Sin embargo, el órgano de dirección de los empresarios ha respaldado a su presidente.
Para aquellos que no lo sepan, recordaré sucíntamente los hechos. Caja Madrid ha decidido abrir expediente a Gerardo Díaz Ferrán por el impago de un crédito de 26,5 millones de euros. La entidad que preside Miguel Blesa ha remitido un escrito al copropietario del grupo Marsans y presidente de Air Comet para avisarle de que ha iniciado la ejecución del crédito. El crédito había sido concedido a las empresas patrimoniales de Díaz Ferrán, Holdisan y Grudisan; la caja descubrió que unas acciones de Marsans que el empresario había puesto como garantía del préstamo ya habían sido pignoradas a favor de otra entidad financiera,. En el mismo escrito le advierte que los estatutos de la entidad contempla el impago de deudas vencidas y exigibles frente a la caja como causa de destitución del consejo.
Un ejemplo a seguir. Sus compañeros en la CEOE así parecen creerlo porque no solo no han afeado al conducta de su presidente, sino que le han arropado y se han sentido solidarios con él. No le van a ayudar a pagar los créditos (hasta ahí no llega el apoyo), pero sí han considerado que también ellos podían verse en esa situación y no es cuestión de señalar la paja en el ojo ajeno.
Realmente a uno le cabrea la diferencia de trato de la entidad financiera con un cliente tan escogido. No es cosa de ponernos escrupulosos, pero quien más quien menos tiene algún conocido a quien le han embargado sus bienes por una deuda mínima con alguna de las cajas de nuestro entorno más próximo. Que no perdonan ni una. Pero en cuanto el problema afecta a uno de los ‘grandes’ la cosa se vuelve fina y comienza una danza de esgrima, más propia de una comedia de capa y espada.
Y no digamos las deferencias que se mantienen con los grandes empresarios cuando se ven acosados y acuciados por problemas de varias cifras. Hay un viejo dicho castellano que puede sonar duro, pero que es perfectamente aplicable al caso del presidente de la patronal: perro no muerde a perro. Y no es cuestión de sacarle los colores, porque a lo mejor se destapa la caja de pandora y comienzan a aflorar capítulos que algunos consideran ya cerrados. Cosas veredes