Eramos pocos y parió la abuela. Ahora resulta que los niveles de seguridad en el aire en tiempos de crisis se están rebajando peligrosamente. No lo digo yo, sino que son voces autorizadas las que han hecho sonar la alarma; entre ellas el portavoz de los pilotos que, a buen seguro , algo sabe de este tema. De momento nadie con autoridad ha salido a la palestra para desmentirle, así que algo habrá de cierto, lo cual me parece aterrador.
Estarán de acuerdo conmigo en que no hay imagen más tétrica y horrorosa que la de un avión accidentado. Ese amasijo de hierros retorcidos con miles de restos diseminados por el suelo… Mejor no seguir. Pero solo la presencia de una figura fotográfica como esa, es lo suficientemente expresiva como para no jugar con el tema.
El presidente del Sepla, José María Vázquez, asegura que la crisis que sufre la industria aérea está perjudicando a la seguridad de las aerolíneas. “Los niveles de seguridad se van a rebajar”, dice el portavoz de los pilotos. Si esa afirmación es cierta, es sumamente preocupante y alguien debería tomar medidas. Si no responde a la realidad, que pague el precio que supone mermar la confianza en las compañías aéreas. Y sea cual sea la respuesta, el Gobierno debería explicar claramente a los ciudadanos lo que piensa hacer para mantener los niveles de seguridad e incluso aumentarlos.
A estas declaraciones hay que sumar las que hizo el decano del COPAC (el colegio de pilotos), Luis Lacasa Heydt, que denunciaba en los primeros días de septiembre los “ajustes en la carga de combustible” que aplican algunas aerolíneas para abaratar costes, es decir, que vuelan con poco más de lo justo para llegar al destino. También hablaba del uso de un solo motor para rodar por la pista.
Por eso es aún más preocupante el silencio del Gobierno y de las propias compañías. Pero como esto siga así, el miedo a volar se extenderá entre los ciudadanos y se resentirá la cuenta de explotación de las aerolíneas. Ojo al parche.