Laura es la última vícima. Y esperemos que no haya más. Pero mucho me temo que todo quede en un simple deseo, aunque ojalá me equivoque. No me importaría reconocer mi error, de verdad. Pero es tal mi desconfianza en esta sociedad enferma que ni tan siquiera veo un rayo de esperanza. Insisto; ojalá que no tenga razón.
El cadáver de Laura Alonso, la joven desaparecida en la madrugada del pasado lunes, fue localizado en un monte de la localidad orensana de Toén que ya había sido rastreada por el dispositivo de búsqueda. El fuerte olor que despedía el cuerpo de la joven, de 19 años, alertó al grupo de cinco voluntarios, que dirigía un guardia civil y que justo en ese momento rastreaba un cortafuegos, próximo a una pista forestal. Todo sigue aún en el aire. Muchas pistas encaminadas a encubrir el crimen y poco más.
Los amigos de Laura Alonso han convocado una marcha silenciosa para honrar su memoria para esta tarde. Está previsto que la marcha comience en A Xestosa, parroquia originaria de Laura Alonso, sobre las 16.30 horas y que finalice frente al Ayuntamiento de Toén, tras recorrer unos cinco kilómetros.
El suceso recuerda demasiado a aquel que vivimos en primera persona hace diez años. Laura Orue acababa de dejar su puesto de trabajo la noche del 29 de agosto de 1999 para dirigirse a Llodio a celebrar las fiestas. Nunca llegó a su destino. Seis días después un vecino de Miraballes encontró su cadáver en el monte. Uu destino idéntico para mbas jóvenes, con diez años de diferencia.
Marta del Castilllo sigue sin ser localizada. Hoy tendría recién cumplidos los 18 años. Después de casi seis meses desde la desaparición , su cuerpo todavía no ha sido encontrado y continúa la instrucción judicial, dificultada por los cambios de declaración de los supuestamente implicados en el crimen.
Y hay más casos. Muchos más (Sandra Palo, Carolina Planells, Miriam, Antonia, Desiré….). Y todos ellos son parecidos. Chicas jóvenes, llenas de vida, que unos desalmados deciden matar porque no ven satisfechos sus deseos. Una sociedad como la española no puede permitirse más muertes; no puede consentir que salgan impunes unos crímenes tan atroces; no debe ser blandaa con esos seres despiadados. Y, sobre todo, debe dotarse de leyes que eviten que este tipo de muertes salgan casi gratis. Por las víctimas y por sus familias.