A vueltas con las baldosas de Calatrava. A la espera de la decisión del Tribunal Supremo, sigue la polémica sobre el puente que el arquitecto valenciano levantó sobre la ría en 1998. El Zubi-zuri no pasa desapercibido ni para forasteros ni para los vecinos de la villa.

Una vez que el juez ha decidido que el Ayuntamiento debe compensar al arquitecto con 30.000 euros, el consistorio se despacha filtrando lo que cuesta el puente a las arcas municipales. En los once años que lleva en servicio el enlace peatonal ha habido que sustituir 662 piezas, lo que ha supuesto un coste de 370.000 euros; un presupuesto que supera ya la décima parte de lo que costó su construcción. Vamos que, como cuenta Teresa Abajo , en El Correo, se han cambiado más baldosas que si se hubiera renovado todo el pavimento.

El cascarrabias ha asistido con cierta sorpresa al desencuentro entre el arquitecto y el alcalde. En su inocente cabreo quasi diario, siempre había pensado que las instituciones estaban por encima de los enfados y que solventaban las disputas con ecuánime objetividad. Iñaki Azkuna se ha lamentado en muchas ocasiones de los perjuicios que el puente ha ocasionado a la ciudad. Incluso se permitió decir que era el Ayuntamiento quien debería de haber actuado contra Calatrava por los problemas que generan las losetas que él decidió colocar en la infraestructura viaria.

Parece que el alcalde se olvida que tiene a su servicio a una cohorte de técnicos en urbanismo que están obligados a revisar las obras. El hecho de contratar a un cualificado experto, no exime al Consistorio de controlar lo que ese afamado arquitecto hacía en la ciudad. Es decir, que si las losetas que él decidió colocar en el puente no eran las idóneas para una ciudad como la nuestra, pues digo yo que deberían haberlo advertido nuestros técnicos municipales. Uno y otros están, por tanto, en la columna del debe de la ciudadanía bilbaína.

El alcalde puede bramar lo que quiera contra el arquitecto, que se considera perjudicado porque la continuidad de su puente cayó en el estudio de otro afamado técnico. El coste que supone el cambio de las losetas no es argumento suficiente para cargar contra Calatrava que, la verdad, tiene fama de pesetero. Si estaba mal hecha la obra, el Ayuntamiento debería de haber tomado cartas en el asunto. Ahora sirve de poco argumentar que el primer año se cambiaron cinco losetas; 49 en el segundo y 22 en el 2000. En 2002 se sustituyeron 72 y 148 un año más tarde; 83 ,en 2204 y 104, en 2005. Ese año se colocaron cintas antideslizantes y solo se produjeron 19 roturas. En 2207, la cifra volvió a subir -hasta las 73- y en 2008 se quedó en 41. Catorce piezas se llevan cambiadas ya en lo que llevamos de 2009. Bonito, sí; caro, también.