Los padres de Marta del Castillo se reúnen mañana con el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Durante la entrevista, tienen previsto plantearle que endurezca el Código Penal y que incorpore al mismo la cadena perpetua. Hasta ahí, nada que objetar. Visto lo que esos jóvenes desalmados han hecho con su hija, me parece hasta comprensible que reclamen medidas contra los asesinos.
Sí pongo reparos, sin embargo, a la contestación que pueda darle el presidente. Visto los antecedentes -también sen entrevistó con los padres de Mari Luz, la niña gaditana a la mató un vecino pederasta-, puede ser preocupante la respuesta de Rodríguez Zapatero. El jefe del Ejecutivo suele ser muy permeable ante los cara a cara y quizá se deje arrastrar por las proclamas populistas.
No puede ponerme en la piel de esos padres -sé que algunos de vosotros ya habéis pensado que si me viera envuelto en un caso similar mi actitud sería otra- y tampoco quiero. Pero me veo obligado a recordar al presidente que un gobernante no puede tomar decisiones en caliente. La respuesta ante los asesinatos de Mari Luz o Marta tiene que venir de la mano de la Justicia; no de la venganza. Y si hay que endurecer la ley, se exige un debate sosegado y largo en el Parlamento, con todas las fuerzas parlamentarias participando de la decisión. Si las fuerzas con representación en el Congreso creen que es necesario endurecer las leyes, hágase a conciencia. Pero una vez se haya tomado la decisión, dejen actuar a los jueces en la aplicación de esas mismas leyes.
La Justicia no puede ser ciega ante casos como el de Marta o el de Mari Luz. La sociedad civil reclama una actuación contundente; exige que el peso de la ley cargue contra los asesinos una vez que se hayan comprobado los hechos y se hayan sentenciado. Sin linchamientos ni venganzas. Sólo aplicando la ley.