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Ángel Lázaro

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La muerte de Marta

Siento el retraso en tratar este tema. Pero he tenido que ocuparme de un asunto íntimo que me ha impedido actualizar el blog, tal y como me comprometí cuando decidí crearlo en los primeros días de enero. Ahora que tengo algo de tiempo para mí, intentaré ser fiel con esta cita.

La noticia nos ha sobrecogido a todos. Marta del Castillo, la joven sevillana a la que media España buscaba, fue asesinada por su ex novio (siento no poder utilizar el presuntamente, pero a estas alturas no parecen quedar muchas dudas sobre la autoría del crimen y, lo que aún es peor, la forma en la que se ha desembarazado del cadáver de la chica, a la que aún buscan las Fuerzas de Seguridad en el río Guadalquivir).

Como casi siempre en este tipo de casos, la jauría mediática se ha lanzado sobre su presa y ha comenzado a destripar una relación íntima ante las cámaras de televisión. Decenas de tertulianos ha ocupado horas y horas de pantalla tratando sobre un caso que sólo conocen de oídas. Lo mismo que en tabernas o supermercados, y con un conocimiento de los hechos escaso, el suceso ha pasado de boca en boca hasta generar un clima irrespirable en el entono más cercano; incluso ha provocado un desenlace casi similar al de la niña gaditana Mari Luz: una entrevista con el presidente Zapatero en la que los padres van a pedir cadena perpetua para los asesinos de niñas.

Todas las cadenas de televisión, sin excepción alguna, se han lanzado en tropel a la búsqueda de amigos o amigas de la joven asesinada, para que narraran casi en directo la relación que tenían Marta y su ex novio o cualquiera de los otros implicados en el crimen. No importa lo que saben o lo que dejan de saber; lo único que cuenta es que ‘alguna’ conexión tenían con esa relación, aunque solo fuera que coincidían en los mismos lugares de diversión que frecuentaba la pareja. Y punto.

Morbosa también la presencia ante esas mismas cámaras de la actual novia de Miguel Carcaño que se ha paseado de cadena en cadena exhibiendo sin pudor su amargura por el suceso, con el beneplácito de sus padres. Una menor a pleno rostro, que ha obligado a intervenir al defensor del Pueblo andaluz recordando que no todo vale en la patria potestad.

Tampoco los periódicos se libran de exhibir en sus páginas, día sí y día también, la película de lo sucedido; película porque aún no hay hechos documentados de la actuación de cada uno de los implicados. Pero los textos se encargan de cubrir los vacíos que los investigadores tienen que comprobar fehacientemente antes de entregarlos al juez.

Y, por último, la Policía también tiene culpa en este circo mediático. Porque ha paseado por las calles de Sevilla a los implicados en este horrendo crimen, ante la presencia de la turba que pedía a gritos venganza (y no justicia) amparados en la masa.

Volvemos a caer en la misma piedra. No aprendemos de casos anteriores (las niñas de Alcasser, por ejemplo) y repetimos exhibicionismos mediáticos que sólo contribuyen a alterar el funcionamiento de la maquinaria de la Justicia, que también se deja contaminar en este tipo de sucesos . Lamentable

Por Ángel Lázaro

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febrero 2009
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