He dejado pasar unos días para ver si la polémica remitía. Pero veo que todavía el tema provoca reacciones en distintos sectores sociales. La ministra de Igualdad, Bibiana Aído , ha mostrado su indignación por las críticas de “corte machista” hacia la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Saénz de Santamaría , tras la publicación de una foto en la que aparece posando para un reportaje periodístico.

A su juicio, continúan utilizándose parámetros distintos para medir a hombres y mujeres con responsabilidades políticas. Y la verdad es que tiene razón. La foto de la portavoz popular ha sorprendido a propios y extraños. Sorprendente fueron también los comentarios en los medios sobre la indumentaria de la ministra de Defensa durante el acto oficial de la Pascua militar. Nada se habló de su discurso, pero sí del traje que llevaba, que algunos consideraban inadecuado para la ceremonia.

La presencia de la mujer en algunos ámbitos sociales sigue siendo noticia. Lo importante no es su titulación, su experiencia o su capacidad: sólo que es mujer. Y ese comportamiento es, cuando menos, criticable.

¿Os imagináis a Ibarratxe o a Patxi López en plan Bertín Osborne en la portada de este periódico, por ejemplo? Y no digo nada, si saliera en la primera de un periódico nacional una entrevista ‘personal’ con José Luis Rodríguez Zapatero en traje de baño y que se titulara algo así como “el baño del presidente”. En esa entrevista, Zapatero no nos hablaría de la crisis, ni del paro ni de las inversiones que el Gobierno ha preparado para fortalecer los mercados. El presi hablaría de sus trajes de baño, sus zambullidas en el mar y los barcos de recreo que conoce. Pura frivolidad, vamos.

Está claro que persisten dos varas de medir. Y que a ninguno de nuestros políticos (hombres) se les destaca en las entrevistas personales por el modelo de turno que se atreven a lucir. En defintiva, que nos importa un bledo su palmito.