La edad me obliga a recurrir al médico más veces de lo que me gustaría. El paso de los años y el peso de la vida han provocado en mi cuerpo algunos desajustes que solo conmedicamentos se amortigua el daño que producen en algunos órganos vitales. Es la vida. Cada uno tiene su cruz.
Ir al médico no me molesta. Lo que me cabrea es tener que llamar al ambulatorio para que me den cita con el galeno. Eso sí me irrita de forma considerable. Nada más marcar el número del dispensario siento que la mala leche me va agriando el estómago. Si consigues que a la primera llamada te contesten, es como si te hubiera tocado la lotería. Pero ni tan siquiera hay premio. Segunda llamada, con la esperanza de que se haya desocupado la línea. Con el sorteo de la ONCE quizá tenga más suerte, porque comienza la tercera y al otro lado no obtengo la respuesta deseada.
Después de varios intentos a lo largo del día he conseguido que me atiendan. Bueno la RAE dice de este verbo “acoger favorablemente, o satisfacer un deseo, ruego o mandato”. Y eso tampoco, pero me conformo con encontrar vida al final de la línea. La ‘amable señorita’ (en este tipo de servicios siempre encuentro voces femeninas, no creáis que es por discriminar) me atiende con cierta dejadez. Le suelto mi parrafada y ella imperturbable me da cita con mi médico para el viernes (para que llegue se día falta una semana). Con la voz más meliflua que puedo obtener de mis cuerdas vocales (mucha más de lo que podéis pensar, que cuando quiero también puedo ser muy agradable) le explico a la señorita del otro lado, que solo quiero una receta; que no necesito pasar por la consulta y, con que me atienda la enfermera, me vale. Ella, tajante, vuelve a nombrarme el fatídico día: el viernes (aunque falten siete días para ese viernes) y que no hay más. Después de pasar tantas veces por una situación parecida, sé que lo mejor es no insistir. Le doy mi nombre con una sequedad absoluta (también soy capaz de ello) y le cuelgo sin despedirme tras obtener la sentencia en firme: hasta el viernes (siete días más tarde). Conozco a más de una persona que pasa de las citas y acude directamente al ambulatorio incapaces de aguantar un servicio tan acogedor y amable. Y no son tan cascarrabias.